CAP. 31 A S G A R D…
Fritz Jorgensen, científico
danés de la Estación Nord ubicada en el Noreste de Groenlandia, fue
violentamente sacado del sueño, por el zumbido de su beeper. Aunque teóricamente
estaba de guardia aquella noche, en esa época del año no había mucha actividad.
Por lo tanto, estaba tomándose un descanso. Pero al escuchar el beeper, se levantó apresuradamente,
jurando por lo bajo, y mientras caminaba
por los pasillos, prometió que si era alguna tontería de alguno de los nuevos
técnicos, el responsable no saldría de los archivos en una buena temporada.
No obstante, apenas entró a la
Sala de Observación, notó que había un inusual movimiento. Varios de los
científicos corrían de un lado a otro y observaban los instrumentos en las
consolas.
-
Señor -- dijo uno de los técnicos en cuanto lo
divisó -- debe ver esto.
-
¿Qué sucede? -- preguntó mientras se dirigía hacia una
consola.
-
Hace aproximadamente media hora, casi todos los aparatos de medición
electromagnética enloquecieron -- dijo hablando muy de prisa -- y las impresoras no han dejado de emitir
cifras inimaginables.
-
Knudsen -- dijo Jorgensen --
cálmese. Ya verificaron que no se trata de ningún problema técnico ¿verdad? --
preguntó con cierta duda de que hubiesen seguido el protocolo
-
Sí, señor y además…
Pero se interrumpió cuando un
timbre comenzó a sonar. Se dirigieron en forma apresurada hacia los aparatos,
pero no fue necesario llegar. La Sala de Observación, era un lugar donde la
mitad superior de las paredes, era de plexiglás, por lo que podían ver el
exterior todo el tiempo. Y lo que vieron les hizo emitir una exclamación.
-
No es posible -- dijo Jorgensen --
estamos en agosto.
-
Le digo que algo extraño esta su cediendo “allá” arriba --
dijo el técnico señalando el cielo.
-
No sea estúpido Knudsen -- dijo
Jorgensen -- Es
cierto que en agosto no suelen verse las Auroras Boreales, aunque
tampoco es que sea insólito. Pero lo que
sí puedo asegurarle, es que no hay dioses lanzando rayos, ni jugando con fuegos
artificiales.
Dijo aquello de muy mal humor,
primero porque no le gustaba nada que se saliera de lo usual y alterara su
ordenado mundo, segundo porque todos conocían las ideas de aquel técnico, que
para ser un hombre de ciencia, exhibía un pensamiento enormemente arcaico.
Pero mientras él pensaba todo
ello, vio que los demás comenzaban correr de un lado a otro, con hojas impresas
y comparaban los resultados emitidos por unas y otras máquinas. Harto,
Jorgensen detuvo a uno, arrebatándole
las hojas para mirarlas.
-
Pero qué…
Las cifras que estaba viendo
eran impronunciables. Tenía que haber algún error, y alguien iba a pagar muy
caro aquello.
-
Señor -- dijo Knudsen -- ¿Sabe cuántas bombas de protones se
necesitarían para generar cifras como
esas?
-
Más de las que ni usted, ni yo, veremos nunca --
dijo -- y es simplemente imposible que se esté
formando en el espacio cercano, nada que…
Pero de nuevo fueron
interrumpidos, aunque esta vez fue por una alarma estridente que comenzó a
sonar en el momento en que veían el fenómeno a través de los cristales.
-
¡ DEMONIOS ¡ -- exclamó Jorgensen
Después de todo, al parecer sí
estaba sucediendo ALGO.
*********************************************
Cuando volvieron a sentir tierra
bajo sus pies, los niños abrieron los ojos, ya que los habían cerrado
fuertemente al sentirse halados por una fuerza invisible.
-
¡VLAD! -- gritó Eve
Miraron hacia ellos y vieron a
Vlad arrodillado en el piso y con la mono en el pecho tosiendo mucho.
-
Hasta aquí… no… no puedo continuar
-- dijo mientras intentaba controlar la tos
-
Tranquilo -- dijo Eve, pero su voz denotaba cualquier
cosa, menos tranquilidad
-
Ya pasamos lo peor -- dijo Iván, ayudando a Vlad a sentarse en el piso
Pero mientras ellos atendían a
Vlad, escucharon un grito.
-
¡Gail!
Voltearon con rapidez, y vieron
a Gail tendido en el piso y a Aderyn arrodillada a su lado. Iván dejó a Vlad
con Eve, y corrió hacia donde estaban los niños.
-
Lo siento papá -- dijo el chico
-
No te muevas -- le dijo él con voz serena --
déjame revisar eso
Abrió la camisa de Gail y
frunció el ceño. Tenía una herida de aspecto desagradable en el hombro. Iván
detuvo la sangre, y aunque seguía teniendo mal aspecto, no había mucho más que
pudiese hacer por el momento. Miró a los
demás para cerciorarse de que todos estuviesen bien. Sam aún estaba muy pálida,
y conservaba cierto tono azulado en los labios, pero evidentemente el aumento
en la temperatura de aquel lugar, había contribuido a que tuviese mejor
aspecto.
-
¿Mejor? -- le preguntó a Gail, después de unos minutos
-
Sí -- dijo el chico
-- lo lamento, debió suceder en
el último momento
-
No tienes nada que lamentar
-- le dijo y mirándolos a
todos --
Estoy muy orgulloso de todos, se portaron de un modo inmejorable y con
mucho valor.
Los niños sonrieron satisfechos,
pero luego mostraron preocupación.
-
¿Cómo está Vlad? -- preguntó Sam
-
¿Qué tiene? -- quiso saber Diandra
-
¿Lo hirieron? -- inquirió Aderyn
-
No -- les dijo Iván, considerando qué tanto
decir --
Al parecer ha contraído una especie de virus, pero va a estar bien, no
se preocupen
-
Es “el virus” ¿verdad?
-- estas palabras penetraron en
su cabeza y lo golpearon con esa realidad que aunque sabía posible, se negaba a
aceptar
Miró a Sam, que lógicamente, era
quien había formulado la pregunta.
-
No lo sabemos, linda. Pero
confiemos en que no.
Sin embargo, no solo Sam lo
había pensado, también Danny y Gail sintieron un peso enorme en el corazón, al
pensar que Vlad podría estar en peligro mortal. Un rato después, y mientras Iván conversaba con
Eve, los niños comenzaron a sentir curiosidad y
miraron a su alrededor. Aunque ciertamente el paisaje había variado,
tampoco es que fuese muy distinto. Hacía menos frío pero seguía siendo un lugar
desértico, hasta donde podían ver.
-
Miren -- dijo Diandra señalando en otra dirección
Todos giraron las cabezas y lo
vieron. Parecía que a lo lejos, hubiese
una gran fogata o alguna otra fuente de luz muy intensa, pero cuando miraron
mejor vieron algo moverse. No estaban muy seguros, pero aquello, fuera lo que
fuese, tenía movimiento.
Después de una hora
aproximadamente Iván se acercó de nuevo a ellos.
-
Debemos continuar -- les dijo
-
¿Y qué sucederá con Vlad?
-- preguntó Gail
-
¿Ya puede continuar? -- quiso saber Mael
-
No vamos a dejarlo solo aquí
¿no? -- dijo Danny
-
No, no vamos a dejarlo aquí
-- los tranquilizó Iván --
Intentará continuar, pero en el caso de que no pueda, Eve se quedará con
él y yo seguiré con ustedes.
Más tranquilos, los niños se
dispusieron a emprender la marcha. A
pesar de que del lugar de donde venían, ya era de noche y no habían dormido
nada, no se sentían cansados ni tenían
sueño.
Poco a poco el paisaje comenzó a
cambiar. Vieron aparecer algunos árboles, pero su aspecto era decrépito. Y como
caminaban hacia la fuente de luz que habían divisado antes, a medida que se
acercaban había más claridad. Sin embargo, cuando calculaban que ya estaban a
punto de alcanzarla, fueron bruscamente detenidos.
Escucharon un golpe seco y un
breve, pero intenso temblor bajo sus pies.
-
Solo dos de ustedes pueden continuar.
Aquello fue algo que todos
pudieron escuchar con claridad, y no tenían ninguna duda de que habría sido
escuchado en varios kilómetros a la redonda, porque era una voz que aunque
parecía no tener un dueño, al mismo tiempo daba la impresión de que venía de
todas partes.
-
Heimdall -- susurró Aderyn asustada
-
¿No se supone que es mudo?
-- preguntó Gail
-
Silencio -- les ordenó Iván
Los chicos obedecieron, mientras
los mayores agudizaban sus sentidos.
-
Se acerca -- dijo Vlad
Gail estaba a punto de protestar
porque Diandra y Aderyn, se aferraban a
sus brazos con tanta fuerza que estaban haciéndole daño, pero en ese momento
vieron aparecer una figura extremadamente luminosa que hizo entrecerrar los
ojos a Mael y a Vlad.
Se trataba de un hombre de una
altura impresionante, que sin duda no tenía ningún humano, y en opinión de las
niñas, con un rostro hermoso. Vestía una resplandeciente armadura blanca tan
brillante, que hería lo ojos. Portaba una reluciente espada y una trompeta.
Después de unos segundos de
atenta y asombrada observación por parte de todos, los niños vieron que Iván se
adelantaba.
-
Saludos Heimdall -- le dijo
-
El que hayan llegado hasta aquí, no les da derecho a continuar --
escucharon
Pero si bien era cierto que
todos lo habían oído, ya que continuaba siendo ensordecedor el sonido de su
voz, también es cierto que no vieron moverse sus labios.
-
Solo dos de ustedes, pueden pasar
-- agregó
Danny y Sam se miraron, y
tomándose de las manos caminaron con decisión hasta situarse al lado de
Iván. Heimdall posó sus ojos sobre los
gemelos y algo parecido a una sonrisa asomó a sus labios. Iván dedujo que daba
su aprobación, y a continuación se inclinó hacia los chicos.
-
No deben temer, se dirigen hacia un lugar seguro -- les dijo
-- No tengo idea de cuánto tiempo les vaya a
tomar esto, pero independientemente de cuanto tarden en volver, estaremos aquí
esperando por ustedes.
-
Bien -- dijo Danny
Pero Sam se aferró al cuello de
Iván. No era que tuviese miedo, porque por algún motivo no lo tenía, sino que
no pensó que en ningún momento, y por ningún período de tiempo, se verían
obligados a separarse. Después de un momento, Iván la separó con suavidad y le
sonrió.
-
Estaremos aquí -- le dijo acariciando su mejilla --
Ahora deben continuar.
Danny volvió a tomar la mano de
su hermana y se dispusieron a avanzar. El colosal individuo se hizo a un lado
dejando el paso libre a los gemelos, y en cuanto ellos lo adelantaron todo el
paisaje cambió. Volvieron la cabeza,
pero solo pudieron ver Heimdall, lo demás había desaparecido. Ahora se
encontraban en un lugar sumamente iluminado, aunque no estaban seguros si
aquella iluminación se debía a la fuente de luz brillante hacia la que habían
estado caminando, y que ahora veían frente a ellos.
Pudieron ver un enorme fresno,
en cuya copa estaba posada un Águila de tamaño impensable, que a su vez tenía
sobre sí, un Halcón. Asimismo, pudieron observar que a los pies del árbol había
una fuente cristalina, y más allá pudieron ver, una vez que sus ojos se
acostumbraron al resplandor, un camino que parecía mecerse, y en el que
destacaban tres colores. El azul, el verde y el rojo.
Con inseguridad caminaron en esa
dirección, pero súbitamente se detuvieron y Danny se volvió hacia Heimdall.
-
¿Cómo se supone que caminaremos por allí? --
preguntó
-
Del mismo modo que lo has estado haciendo hasta ahora --
escuchó
Danny volvió a mirar, y se dijo
que aquello era imposible.
-
¿Este tipo es payaso o pretende
que nos quememos vivos? -- pensó mirando a su hermana
Pero antes de que ella pudiese
pensar nada, escucharon a Heimdall.
-
Si tienen el derecho a estar aquí, nada les sucederá.
-
Fantástico -- dijo Danny
-- si deciden que no debemos
estar aquí, simplemente nos asan y asunto concluido.
Sin embargo, y a pesar de sus
protestas caminó hacia el lugar. Por fortuna, pensó Danny, después de todo
parecía que si los aceptaban, porque habían comenzado a cruzar el camino y no
sintieron nada, a pesar de estar caminando entre llamas. Una vez más tranquilos, miraron hacia abajo y
vieron un río oscuro y que parecía lava ardiendo.
Finalmente llegaron a una gran
puerta, cuyas dimensiones les hizo preguntarse el tamaño de los habitantes de
ese lugar. Inmediatamente esta se abrió y ellos pasaron. Una vez dentro, la puerta volvió a cerrarse y
cuando se volvieron para preguntar qué camino debían tomar, vieron con sorpresa
que Heimdall, ya no estaba con ellos.
-
Bueno, hay tres posibilidades
-- dijo Danny -- O
bien piensan que somos adivinos, tienen algún directorio que nos indique la
ubicación de Lofn, o debemos tocar en cada puerta que nos encontramos hasta
hallarla.
Sam iba a decirle algo por su
necedad pero solo atinó a reír.
-
¡Ah! -- exclamó el chico -- Me
alegra que te divierta la situación, porque a mí…
Pero Sam no llegó a enterarse de
lo que él pensaba, porque en ese momento apareció una doncella que se acercó a
ellos.
-
Síganme -- les dijo
-- Mi señora Lofn, los espera.
-
Bueno -- dijo Danny por lo bajo y mientras seguían a
la doncella -- esta era una cuarta posibilidad.
Caminaron por varios pasillos, y
admiraron la magnificencia del lugar. Todo parecía hecho de oro macizo y
piedras preciosas, y los pisos parecían de mármol en distintas tonalidades.
Su guía se detuvo ante una
puerta y ellos lo hicieron también. Después de unos momentos, se preguntaron
por qué no llamaba a la puerta, pero en seguida escucharon una voz desde el
interior.
-
Pueden pasar -- y la puerta se abrió
La chica se hizo a un lado y les
hizo señas de que pasaran. Una vez dentro, volvieron a quedarse solos, pero en esta ocasión, Danny
se abstuvo de hacer conjeturas y decidió esperar. Mientras lo hacían echaron un vistazo a la
estancia, que como todo allí, era enorme. Al cabo de unos minutos, apareció una
mujer. Alta, con los cabellos tan dorados como rayos de sol, ojos de la misma tonalidad de un cielo
despejado y su piel parecía de alabastro. Iba trajeada con un vestido blanco
que cubría todo su cuerpo, dejando al descubierto solo los hombros y los
brazos.
-
Bienvenidos -- los saludó, y luego y sin mediar ninguna otra
palabra o explicación -- Ten
-- le dijo a Danny extendiéndole
un pequeño frasco -- he aquí lo que han venido a buscar
Pero Danny se mostró desconfiado.
En su opinión, nada que fuese tan fácil, podía ser bueno.
-
¿Cómo sabemos que lo que hay allí es su sangre? --
preguntó de forma directa y sin adornos
La mujer lo miró directo a los
ojos durante unos segundos, y luego sonrió.
-
La desconfianza, es a veces
considerada una osadía -- le dijo
-- pero en realidad denota
inteligencia, porque no todo lo que parece, es
-- y dicho esto, el frasco
desapareció
Ella se dirigió hacia una mesa,
que no habían visto un momento antes, y tomó otro pequeño frasco primorosamente
tallado en ónix. Lo destapó y les hizo señas para que se acercaran.
-
Sostenlo -- dijo dándoselo a Sam, y luego miró a
Danny --
toma, hazlo tú mismo -- le dijo dándole una aguja de oro.
Al principio Danny no entendió,
pero después que tomó la aguja, ella le tendió la mano. De modo que Danny
supuso que debía pincharle un dedo, y así lo hizo. Sam acercó el frasco y una
gota de sangre cayó dentro, pero para su sorpresa, inmediatamente el frasco
quedó lleno. Lofn lo agarró, le colocó
la tapa y los miró.
-
Aquí está lo que desean -- les dijo mostrándoles el recipiente --
pero qué obtendré yo a cambio
Danny y Sam se miraron
haciéndose la misma pregunta. Nadie había dicho nada con relación a eso. De
modo que no tenían idea de qué podría interesarle a ella, y que ellos pudiesen
darle.
-
Están en conocimiento de para qué será utilizado esto ¿verdad? -- y
ellos asintieron -- En Midgard, hay personas muriendo y muchas
más lo harán si no consiguen el remedio
-- continuó --
¿Qué están dispuestos a hacer a cambio de la cura?
-
Lo que sea necesario -- dijo Danny
-
¿Aún por aquellos a los que no conocen? -- les
preguntó
-
Sí -- dijeron ambos
Ella los miró un momento antes
de continuar. Y Danny tuvo la certeza de que aquello no le iba a gustar.
-
Deseo la vida de uno de ustedes
-- dijo
-
La mía -- dijeron ambos velozmente
-
Solo uno -- dijo ella
Danny se volvió hacia Sam y la
tomó por los hombros.
-
No discutas -- le dijo
-- toma el frasco y regresa con
los demás.
-
¡No! -- dijo la niña
-- No voy a…
-
Harás exactamente lo que te estoy diciendo, Samantha Sofía --
dijo en tono agresivo, pero luego lo suavizó --
Juré protegerte y es justo lo que voy a hacer. Ahora date prisa, regresa
con los demás.
-
Danny… -- Sam estaba ahogada en llanto y él la abrazó
-
Piensa en Vlad y en todos los que necesitan de esto para poder
salvarse -- le dijo
Luego se volvió hacia Lofn.
-
Bien, yo me quedo -- le dijo
-- dele el frasco y permita que
regrese.
-
No has preguntado qué haré contigo
-- le dijo ella
-
Eso no tiene importancia, solo déselo y acabemos con esto --
insistió
-
Muy bien, será como quieras. Síganme
-- dijo dándole el recipiente a
Sam
Caminaron por varios pasillos, y
mientras lo hacían, Sam iba con el corazón
encogido y aferraba la mano de su hermano con tanta fuerza que ya comenzaba a
dolerle.
Se detuvieron en lo que les
pareció un balcón y a continuación escucharon un rugido. A Sam se le paralizó
momentáneamente el corazón y miró a la mujer.
-
Por favor -- le suplicó
-
Fue su decisión -- le dijo ella y luego lo miró --
¿Sabes lo que hay allí abajo?
-- le preguntó
-
¿Haría alguna diferencia que lo supiera? --
preguntó él a su vez
-
Se trata de Nidhogg, el
dragón que vive en las raíces de Yggdrasil -- le
informó
-
Da lo mismo -- dijo él
-
¿Aún piensas que vale la pena morir por todas esas personas?
-
Escuche -- dijo él comenzando a perder la paciencia que
nunca había tenido -- Hay un sujeto allá -- y
señaló hacia abajo -- que tiene como diversión matar a la gente, y
que además está decidido a matarme a mí, así que si de cualquier modo debo
morir, que al menos sirva para algo. Ahora, ya me tiene a mí, deje que ella se
marche.
-
Danny… -- dijo Sam asiéndole la mano nuevamente
Pero repentinamente todo se
volvió oscuro y dejó de sentir la mano de su hermano.
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