Ninguno lo es...

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viernes, 2 de mayo de 2014

LA MAGIA DE ARZHVAEL El inicio - Cap.31 -

CAP. 31    A S G A R D…

Fritz Jorgensen, científico danés de la Estación Nord ubicada en el Noreste de Groenlandia, fue violentamente sacado del sueño, por el zumbido de su beeper.  Aunque teóricamente estaba de guardia aquella noche, en esa época del año no había mucha actividad. Por lo tanto, estaba tomándose un descanso. Pero al escuchar el beeper, se levantó apresuradamente, jurando por lo bajo, y mientras  caminaba por los pasillos, prometió que si era alguna tontería de alguno de los nuevos técnicos, el responsable no saldría de los archivos en una buena temporada.
No obstante, apenas entró a la Sala de Observación, notó que había un inusual movimiento. Varios de los científicos corrían de un lado a otro y observaban los instrumentos en las consolas.
-         Señor  --  dijo uno de los técnicos en cuanto lo divisó  --  debe ver esto.
-         ¿Qué sucede?  --  preguntó mientras se dirigía hacia una consola.
-         Hace aproximadamente media hora, casi todos los aparatos de medición electromagnética enloquecieron  --  dijo hablando muy de prisa --  y las impresoras no han dejado de emitir cifras inimaginables.
-         Knudsen  --  dijo Jorgensen  --  cálmese. Ya verificaron que no se trata de ningún problema técnico ¿verdad?  --  preguntó con cierta duda de que hubiesen seguido el protocolo
-         Sí, señor y además…
Pero se interrumpió cuando un timbre comenzó a sonar. Se dirigieron en forma apresurada hacia los aparatos, pero no fue necesario llegar. La Sala de Observación, era un lugar donde la mitad superior de las paredes, era de plexiglás, por lo que podían ver el exterior todo el tiempo. Y lo que vieron les hizo emitir una exclamación.
-         No es posible  --  dijo Jorgensen  --  estamos en agosto.
-         Le digo que algo extraño esta su cediendo “allá” arriba  --  dijo el técnico señalando el cielo.
-         No sea estúpido Knudsen   --  dijo Jorgensen  --   Es  cierto que en agosto no suelen verse las Auroras Boreales, aunque tampoco es que sea insólito.  Pero lo que sí puedo asegurarle, es que no hay dioses lanzando rayos, ni jugando con fuegos artificiales.
Dijo aquello de muy mal humor, primero porque no le gustaba nada que se saliera de lo usual y alterara su ordenado mundo, segundo porque todos conocían las ideas de aquel técnico, que para ser un hombre de ciencia, exhibía un pensamiento enormemente arcaico.
Pero mientras él pensaba todo ello, vio que los demás comenzaban correr de un lado a otro, con hojas impresas y comparaban los resultados emitidos por unas y otras máquinas. Harto, Jorgensen detuvo a uno,  arrebatándole las hojas para mirarlas.
-         Pero qué…
Las cifras que estaba viendo eran impronunciables. Tenía que haber algún error, y alguien iba a pagar muy caro aquello.
-         Señor  --  dijo Knudsen --  ¿Sabe cuántas bombas de protones se necesitarían para generar  cifras como esas?
-         Más de las que ni usted, ni yo, veremos nunca  --  dijo  --  y es simplemente imposible que se esté formando en el espacio cercano, nada que…
Pero de nuevo fueron interrumpidos, aunque esta vez fue por una alarma estridente que comenzó a sonar en el momento en que veían el fenómeno a través de los cristales.
-         ¡ DEMONIOS ¡  --  exclamó Jorgensen
Después de todo, al parecer sí estaba sucediendo ALGO.

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Cuando volvieron a sentir tierra bajo sus pies, los niños abrieron los ojos, ya que los habían cerrado fuertemente al sentirse halados por una fuerza invisible.
-         ¡VLAD!  --  gritó Eve
Miraron hacia ellos y vieron a Vlad arrodillado en el piso y con la mono en el pecho tosiendo mucho.
-         Hasta aquí… no… no puedo continuar  --  dijo  mientras intentaba controlar la tos
-         Tranquilo  --  dijo Eve, pero su voz denotaba cualquier cosa, menos tranquilidad
-         Ya pasamos lo peor  --  dijo Iván, ayudando a Vlad a  sentarse en el piso
Pero mientras ellos atendían a Vlad, escucharon un grito.
-         ¡Gail! 
Voltearon con rapidez, y vieron a Gail tendido en el piso y a Aderyn arrodillada a su lado. Iván dejó a Vlad con Eve, y corrió hacia donde estaban los niños.
-         Lo siento papá  --  dijo el chico
-         No te muevas  --  le dijo él con voz serena  --  déjame revisar eso
Abrió la camisa de Gail y frunció el ceño. Tenía una herida de aspecto desagradable en el hombro. Iván detuvo la sangre, y aunque seguía teniendo mal aspecto, no había mucho más que pudiese hacer por el momento.  Miró a los demás para cerciorarse de que todos estuviesen bien. Sam aún estaba muy pálida, y conservaba cierto tono azulado en los labios, pero evidentemente el aumento en la temperatura de aquel lugar, había contribuido a que tuviese mejor aspecto.
-         ¿Mejor?  --  le preguntó a Gail, después de unos minutos
-         Sí  --  dijo el chico  --  lo lamento, debió suceder en el último momento
-         No tienes nada que lamentar  --  le dijo y mirándolos a todos  --  Estoy muy orgulloso de todos, se portaron de un modo inmejorable y con mucho valor.
Los niños sonrieron satisfechos, pero luego mostraron preocupación.
-         ¿Cómo está Vlad?  --  preguntó Sam
-         ¿Qué tiene?  --  quiso saber Diandra
-         ¿Lo hirieron?  --  inquirió Aderyn
-         No  --  les dijo Iván, considerando qué tanto decir  --  Al parecer ha contraído una especie de virus, pero va a estar bien, no se preocupen
-         Es “el virus” ¿verdad?  --  estas palabras penetraron en su cabeza y lo golpearon con esa realidad que aunque sabía posible, se negaba a aceptar
Miró a Sam, que lógicamente, era quien había formulado la pregunta.
-         No lo sabemos, linda. Pero confiemos en que no.
Sin embargo, no solo Sam lo había pensado, también Danny y Gail sintieron un peso enorme en el corazón, al pensar que Vlad podría estar en peligro mortal. Un  rato después, y mientras Iván conversaba con Eve, los niños comenzaron a sentir curiosidad y  miraron a su alrededor. Aunque ciertamente el paisaje había variado, tampoco es que fuese muy distinto. Hacía menos frío pero seguía siendo un lugar desértico, hasta donde podían ver.
-         Miren  --  dijo Diandra señalando en otra dirección
Todos giraron las cabezas y lo vieron.  Parecía que a lo lejos, hubiese una gran fogata o alguna otra fuente de luz muy intensa, pero cuando miraron mejor vieron algo moverse. No estaban muy seguros, pero aquello, fuera lo que fuese, tenía movimiento.
Después de una hora aproximadamente Iván se acercó de nuevo a ellos.
-         Debemos continuar  --  les dijo
-         ¿Y qué sucederá con Vlad?  --  preguntó Gail
-         ¿Ya puede continuar?  --  quiso saber Mael
-         No vamos a dejarlo solo aquí  ¿no?  --  dijo Danny
-         No, no vamos a dejarlo aquí  --  los tranquilizó Iván  --  Intentará continuar, pero en el caso de que no pueda, Eve se quedará con él y yo seguiré con ustedes.
Más tranquilos, los niños se dispusieron a emprender la marcha.  A pesar de que del lugar de donde venían, ya era de noche y no habían dormido nada, no se sentían cansados  ni tenían sueño.
Poco a poco el paisaje comenzó a cambiar. Vieron aparecer algunos árboles, pero su aspecto era decrépito. Y como caminaban hacia la fuente de luz que habían divisado antes, a medida que se acercaban había más claridad. Sin embargo, cuando calculaban que ya estaban a punto de alcanzarla, fueron bruscamente detenidos.
Escucharon un golpe seco y un breve, pero intenso temblor bajo sus pies.
-         Solo dos de ustedes pueden continuar.
Aquello fue algo que todos pudieron escuchar con claridad, y no tenían ninguna duda de que habría sido escuchado en varios kilómetros a la redonda, porque era una voz que aunque parecía no tener un dueño, al mismo tiempo daba la impresión de que venía de todas partes.
-         Heimdall  --  susurró Aderyn asustada
-         ¿No se supone que es mudo?  --  preguntó Gail
-         Silencio  --  les ordenó Iván
Los chicos obedecieron, mientras los mayores agudizaban sus sentidos.
-         Se acerca  --  dijo Vlad
Gail estaba a punto de protestar porque Diandra y Aderyn,  se aferraban a sus brazos con tanta fuerza que estaban haciéndole daño, pero en ese momento vieron aparecer una figura extremadamente luminosa que hizo entrecerrar los ojos a Mael y a Vlad.
Se trataba de un hombre de una altura impresionante, que sin duda no tenía ningún humano, y en opinión de las niñas, con un rostro hermoso. Vestía una resplandeciente armadura blanca tan brillante, que hería lo ojos. Portaba una reluciente espada y una trompeta.
Después de unos segundos de atenta y asombrada observación por parte de todos, los niños vieron que Iván se adelantaba.
-         Saludos Heimdall  --  le dijo
-         El que hayan llegado hasta aquí, no les da derecho a continuar  --  escucharon
Pero si bien era cierto que todos lo habían oído, ya que continuaba siendo ensordecedor el sonido de su voz, también es cierto que no vieron moverse sus labios.
-         Solo dos de ustedes, pueden pasar  --  agregó
Danny y Sam se miraron, y tomándose de las manos caminaron con decisión hasta situarse al lado de Iván.  Heimdall posó sus ojos sobre los gemelos y algo parecido a una sonrisa asomó a sus labios. Iván dedujo que daba su aprobación, y a continuación se inclinó hacia los chicos.
-         No deben temer, se dirigen hacia un lugar seguro --  les dijo  --   No tengo idea de cuánto tiempo les vaya a tomar esto, pero independientemente de cuanto tarden en volver, estaremos aquí esperando por ustedes.
-         Bien  --  dijo Danny
Pero Sam se aferró al cuello de Iván. No era que tuviese miedo, porque por algún motivo no lo tenía, sino que no pensó que en ningún momento, y por ningún período de tiempo, se verían obligados a separarse. Después de un momento, Iván la separó con suavidad y le sonrió.
-         Estaremos aquí  --  le dijo acariciando su mejilla  --  Ahora deben continuar.
Danny volvió a tomar la mano de su hermana y se dispusieron a avanzar. El colosal individuo se hizo a un lado dejando el paso libre a los gemelos, y en cuanto ellos lo adelantaron todo el paisaje cambió.  Volvieron la cabeza, pero solo pudieron ver Heimdall, lo demás había desaparecido. Ahora se encontraban en un lugar sumamente iluminado, aunque no estaban seguros si aquella iluminación se debía a la fuente de luz brillante hacia la que habían estado caminando, y que ahora veían frente a ellos.
Pudieron ver un enorme fresno, en cuya copa estaba posada un Águila de tamaño impensable, que a su vez tenía sobre sí, un Halcón. Asimismo, pudieron observar que a los pies del árbol había una fuente cristalina, y más allá pudieron ver, una vez que sus ojos se acostumbraron al resplandor, un camino que parecía mecerse, y en el que destacaban tres colores. El azul, el verde y el rojo.
Con inseguridad caminaron en esa dirección, pero súbitamente se detuvieron y Danny se volvió hacia Heimdall.
-         ¿Cómo se supone que caminaremos por allí?  --  preguntó
-         Del mismo modo que lo has estado haciendo hasta ahora  --   escuchó
Danny volvió a mirar, y se dijo que aquello era imposible.
-         ¿Este tipo es payaso o pretende que nos quememos vivos?  --  pensó mirando a su hermana
Pero antes de que ella pudiese pensar nada, escucharon a Heimdall.
-         Si tienen el derecho a estar aquí, nada les sucederá.
-         Fantástico  --  dijo Danny  --  si deciden que no debemos estar aquí, simplemente nos asan y asunto concluido.
Sin embargo, y a pesar de sus protestas caminó hacia el lugar. Por fortuna, pensó Danny, después de todo parecía que si los aceptaban, porque habían comenzado a cruzar el camino y no sintieron nada, a pesar de estar caminando entre llamas.  Una vez más tranquilos, miraron hacia abajo y vieron un río oscuro y que parecía lava ardiendo.
Finalmente llegaron a una gran puerta, cuyas dimensiones les hizo preguntarse el tamaño de los habitantes de ese lugar. Inmediatamente esta se abrió y ellos pasaron.  Una vez dentro, la puerta volvió a cerrarse y cuando se volvieron para preguntar qué camino debían tomar, vieron con sorpresa que Heimdall, ya no estaba con ellos.
-         Bueno, hay tres posibilidades  --  dijo Danny  --  O bien piensan que somos adivinos, tienen algún directorio que nos indique la ubicación de Lofn, o debemos tocar en cada puerta que nos encontramos hasta hallarla.
Sam iba a decirle algo por su necedad pero solo atinó a reír.
-         ¡Ah!  --  exclamó el chico  --  Me alegra que te divierta la situación, porque a mí…
Pero Sam no llegó a enterarse de lo que él pensaba, porque en ese momento apareció una doncella que se acercó a ellos.
-         Síganme  --  les dijo  --  Mi señora Lofn, los espera.
-         Bueno  --  dijo Danny por lo bajo y mientras seguían a la doncella  --  esta era una cuarta posibilidad.
Caminaron por varios pasillos, y admiraron la magnificencia del lugar. Todo parecía hecho de oro macizo y piedras preciosas, y los pisos parecían de mármol en distintas tonalidades.
Su guía se detuvo ante una puerta y ellos lo hicieron también. Después de unos momentos, se preguntaron por qué no llamaba a la puerta, pero en seguida escucharon una voz desde el interior.
-         Pueden pasar  --  y la puerta se abrió
La chica se hizo a un lado y les hizo señas de que pasaran. Una vez dentro, volvieron  a quedarse solos, pero en esta ocasión, Danny se abstuvo de hacer conjeturas y decidió esperar.  Mientras lo hacían echaron un vistazo a la estancia, que como todo allí, era enorme. Al cabo de unos minutos, apareció una mujer. Alta, con los cabellos tan dorados como rayos de sol,  ojos de la misma tonalidad de un cielo despejado y su piel parecía de alabastro. Iba trajeada con un vestido blanco que cubría todo su cuerpo, dejando al descubierto solo los hombros y los brazos.
-         Bienvenidos  --  los saludó, y luego y sin mediar ninguna otra palabra o explicación  --  Ten  --  le dijo a Danny extendiéndole un pequeño frasco  --  he aquí lo que han venido a buscar
Pero Danny se mostró desconfiado. En su opinión, nada que fuese tan fácil, podía ser bueno.
-         ¿Cómo sabemos que lo que hay allí es su sangre?  --  preguntó de forma directa y sin adornos
La mujer lo miró directo a los ojos durante unos segundos, y luego sonrió.
-         La desconfianza,  es a veces considerada una osadía  --  le dijo  --  pero en realidad denota inteligencia, porque no todo lo que parece, es  --  y dicho esto, el frasco desapareció
Ella se dirigió hacia una mesa, que no habían visto un momento antes, y tomó otro pequeño frasco primorosamente tallado en ónix. Lo destapó y les hizo señas para que se acercaran.
-         Sostenlo  --  dijo dándoselo a Sam, y luego miró a Danny  --  toma, hazlo tú mismo  --  le dijo dándole una aguja de oro.
Al principio Danny no entendió, pero después que tomó la aguja, ella le tendió la mano. De modo que Danny supuso que debía pincharle un dedo, y así lo hizo. Sam acercó el frasco y una gota de sangre cayó dentro, pero para su sorpresa, inmediatamente el frasco quedó lleno. Lofn lo agarró,  le colocó la tapa y los miró.
-         Aquí está lo que desean  --  les dijo mostrándoles el recipiente  --  pero qué obtendré yo a cambio
Danny y Sam se miraron haciéndose la misma pregunta. Nadie había dicho nada con relación a eso. De modo que no tenían idea de qué podría interesarle a ella, y que ellos pudiesen darle.
-         Están en conocimiento de para qué será utilizado esto ¿verdad?  --  y ellos asintieron  --  En Midgard, hay personas muriendo y muchas más lo harán si no consiguen el remedio  --  continuó  --  ¿Qué están dispuestos a hacer a cambio de la cura?
-         Lo que sea necesario  --  dijo Danny
-         ¿Aún por aquellos a los que no conocen?  --  les preguntó
-         Sí  --   dijeron ambos
Ella los miró un momento antes de continuar. Y Danny tuvo la certeza de que aquello no le iba a gustar.
-         Deseo la vida de uno de ustedes  --  dijo
-         La mía  --  dijeron ambos velozmente
-         Solo uno  --  dijo ella
Danny se volvió hacia Sam y la tomó por los hombros.
-         No discutas  --  le dijo  --  toma el frasco y regresa con los demás.
-         ¡No!  --  dijo la niña  --  No voy a…
-         Harás exactamente lo que te estoy diciendo, Samantha Sofía  --  dijo en tono agresivo, pero luego lo suavizó  --  Juré protegerte y es justo lo que voy a hacer. Ahora date prisa, regresa con los demás.
-         Danny…  --  Sam estaba ahogada en llanto y él la abrazó
-         Piensa en Vlad y en todos los que necesitan de esto para poder salvarse  --  le dijo
Luego se volvió hacia Lofn.
-         Bien, yo me quedo  --  le dijo  --  dele el frasco y permita que regrese.
-         No has preguntado qué haré contigo  --  le dijo ella
-         Eso no tiene importancia, solo déselo y acabemos con esto  --  insistió
-         Muy bien, será como quieras. Síganme  --  dijo dándole el recipiente a Sam
Caminaron por varios pasillos, y mientras lo hacían,  Sam iba con el corazón encogido y aferraba la mano de su hermano con tanta fuerza que ya comenzaba a dolerle.
Se detuvieron en lo que les pareció un balcón y a continuación escucharon un rugido. A Sam se le paralizó momentáneamente el corazón y miró a la mujer.
-         Por favor  --  le suplicó
-         Fue su decisión  --  le dijo ella y luego lo miró  --  ¿Sabes lo que hay allí abajo?  --  le preguntó
-         ¿Haría alguna diferencia que lo supiera?  --  preguntó él a su vez
-         Se trata de Nidhogg, el dragón que vive en las raíces de Yggdrasil  --  le informó
-         Da lo mismo  --  dijo él
-         ¿Aún piensas que vale la pena morir por todas esas personas?
-         Escuche  --  dijo él comenzando a perder la paciencia que nunca había tenido  --  Hay un sujeto allá  --  y señaló hacia abajo  --  que tiene como diversión matar a la gente, y que además está decidido a matarme a mí, así que si de cualquier modo debo morir, que al menos sirva para algo. Ahora, ya me tiene a mí, deje que ella se marche.
-         Danny…  --  dijo Sam asiéndole la mano nuevamente

Pero repentinamente todo se volvió oscuro y dejó de sentir la mano de su hermano.

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