Ninguno lo es...

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viernes, 2 de mayo de 2014

LA MAGIA DE ARZHVAEL El Inicio - Cap. 56 -

CAP. 56 EL ORFANATO…

Si Sam tenía  por costumbre levantarse temprano, aquel día con mayor razón. Despertó mucho antes del amanecer, y aunque el frío hacía desear quedarse entre las mantas, ella se levantó y se alistó. Un poco antes de clarear, estaba parada frente a la ventana cuando llamaron a la puerta. Autorizó la entrada, pensando que era demasiado pronto para partir. Sin embargo, no eran ni Iván ni Giulian, se trataba de Mael.
-         Vaya, aún para ti es temprano ¿no?  --  dijo al verlo
-         Sabía que tú estarías despierta desde muy temprano.
Apenas Mael había entrado, apareció Blaidd a su lado y corrió hacia ella. Sam le acarició la cabeza, y el Lobo se sentó a su lado.
-         Supongo que notaste, al igual que nosotros, que llevan un exceso de compañía  --  dijo el chico
-         Sí, y la verdad no entiendo por qué tantos.
-         No voy a decir que yo lo sepa con exactitud, pero supongo que es debido a que las cosas no están nada bien allí afuera  --  dijo él
-         Pero vamos fuera de nuestro mundo, eso es lo que no…
-         Nena, estamos hablando Nurión  --  la interrumpió  --  Sabes perfectamente que está tan interesado en darles caza, que para cualquiera de ustedes es peligroso moverse, aunque fuesen a la luna.
-         Es posible que tengas razón  --  reconoció Sam
-         Bien, por esa razón y aunque sé perfectamente que llevas la mejor compañía, Blaidd irá contigo.
-         ¿Qué?  --  preguntó ella asombrada  --  Pero…
-         Sin peros, irá contigo y no acepto que discutas eso.
-         Pero…
-         Dije sin peros Samantha
-         Ya te pareces a Giulian y a Vlad  --  dijo ella al escuchar el tono del chico
-         Como quieras, pero irá contigo.
-         Mael  --  intentó ella de otro modo  --   aceptando que quieres que lo lleve por protección, ¿qué te hace pensar que va a obedecerme? Sabemos que Blaidd es más que una mascota, no es un perrito cariñoso que obedecerá a cualquiera que lo trate bien.
-         Créeme nena, a ti te obedecerá 
Ella lo miró con duda, estaba cansada de ver a Gail y a Danny, ordenarle cualquier cosa y éste ni se daba por enterado, y si lo pensaba bien, pasaba mucho más tiempo con ellos que con ella. De modo que se le hacía muy difícil creer que con ella fuese a comportarse de distinto modo.
-         Dale una orden  --  dijo Mael al ver sus dudas
-         ¿Una orden?  --  pero no parecía ocurrírsele nada
Mael miró a Blaidd, y éste repentinamente comenzó a aullar de forma ensordecedora.
-          ¡Mael, despertara a todos!  --  dijo ella mirándolo alarmada, pero Mael se limitó a sonreír
-         Haz algo al respecto  -- le dijo
-         Blaidd, cállate  --  de forma inmediata hizo silencio, ella miró  a Mael  --  Tú se lo ordenaste
-         Te juro que no ¿por qué habría de engañarte nena?
-         De acuerdo  --  aceptó finalmente  --  pero ¿por qué a mí si me obedece? ¿Puedes ordenarle obedecer a alguien específicamente?
-         Eso no importa  --  dijo él restándole importancia  --  Vamos a desayunar
Comenzaron a bajar las escaleras, y como de costumbre Blaidd desapareció.
-         ¿Cómo sabré si está conmigo?  --  preguntó
-         Siempre está  --  dijo él  --  lo que sucede es que nadie puede verlo si él no lo desea, o si no lo llamo.
Llegaron al comedor y ya estaban allí los Arzhaelíes y los Krigers. Los saludaron y fueron a sentarse. Unos minutos después, apareció Danny.
-         Samantha, Danny  --  dijo Eowaz llamando su atención  --  no es un secreto para ustedes, que la situación en el exterior nos es fácil en estos momentos. De modo que por favor, cualquier orden que les den, acátenla sin pensar y sin discutir ¿está claro?
Unos momentos después estuvieron listos para partir.
-         Cachorro, cuida que Gail y Di, no hagan nada estúpido mientras no estamos  --  le dijo Danny
-         Lo intenta…
-         ¡Douglas!  --  interrumpió la voz airada de Diandra, y Danny cerró los ojos haciendo un gesto de dolor
-         Buenos días, Di  --  saludó él volviéndose, y vio que Gail y Aderyn venían tras ella
Diandra lo ignoró, y se dirigió directamente a Sam para despedirse. Lo mismo hizo Gail y Aderyn, deseándole un buen viaje.
-         Nos vemos más tarde  --  dijo Mael y al abrazarla le susurró al oído  --  recuerda nena, Blaidd te cuidará
Se despidieron de Danny, pero éste aún esperaba la explosión de Diandra, de modo que cuando ella se acercó a despedirse, se preparó para la tormenta.
-         El que debe procurar no hacer nada estúpido eres tú  --  le dijo  --  tienes la desagradable costumbre de meterte en líos más grandes que tú. Así que si se te ocurre la maravillosa idea de servir de diana, te arrancaré la cabeza con mis propias manos ¿has comprendido?
-         Yo también te echaré de menos  --  dijo él sonriendo
-         ¡No voy a echarte de menos estúpido!  --  exclamó ella  --  pero si no regresas entero, te juro que te vas a arrepentir 
Pero Danny, desafiando toda prudencia, en cuanto ella dio la espalda para marcharse, la sujeto por la cintura y el dio un fugaz beso que pretendía fuera en la mejilla, y fue a dar a su oreja. La soltó con la misma rapidez y corrió tan lejos como pudo.
-         ¡Douglas!  --  chilló ella, pero ya Danny había alcanzado la puerta, mientras los demás se partían de risa
Diandra se marchó furiosa, y Giulian, otro que no sabía el significado de la palabra prudencia, se volvió a Iván
-         Realmente tu ahijado desea que esta “dulce criatura” le quite la cabeza  --  dijo aún riendo
-         Tu aún conservas la tuya  --  dijo Iván
-         ¡Ah, pero me ha costado un gran esfuerzo! Y francamente creo que esta chica está recibiendo clases de…
-         ¡Giulian!  --  exclamó Eve en tono amenazante
-         Creo que es hora de que se vayan  --  intervino Eowaz antes de que la sangre llegara al río, aunque Giulian imitando a Danny, ya iba cerca de la puerta
Salieron al patio y antes de desaparecer, Sam notó que Vlad estaba inusualmente callado, y que Eve tenía los ojos enrojecidos. De modo que lo último que se preguntó fue, qué habría hecho Vlad ahora.

Cuando Sam abrió los ojos, se encontró rodeada de un paisaje hermoso. Una gran extensión de verde prado que bordeaba un pacifico lago, les daban la bienvenida.  No muy lejos, podía distinguirse la punta de lo que identificaron como el campanario de una iglesia. De modo que comenzaron a caminar hacia allá. No les tomó mucho tiempo llegar hasta las puertas del orfanato. Era una sólida construcción de piedra gris. La puerta de entrada, era una reja poco ornamentada. Al lado de la puerta había una campana, y Jason tiró de ella. Mientras esperaban, Sam se quitó la capa de viaje, y aunque la temperatura era de unos seis o siete grados, por efectos de la caminata no tenía frío, aparte de estar habituada a las temperaturas bajo cero de Develieng.
Unos minutos después de que llamaran, apareció una religiosa que abrió mucho los ojos, al ver al grupo. Sin duda no era usual ver aquel conjunto de personas por esos lugares.
-         Buenos días  --  saludó Iván  --  venimos a ver a la Madre Cecilia
-         ¿Y quiénes la vienen a ver?  --  preguntó la mujer
-         La señorita Samantha Dou…
-         Sklaer  --  intervino Sam con rapidez
La religiosa se quedó mirándolos con cierta duda.
-         Por favor  --  le dijo Giulian a Iván  --  ¿Podemos ahorrarnos esto?
Iván captó la mirada de la mujer, y unos segundos después, ésta sonrió y abrió la reja. Los condujo a través de un amplio jardín, no muy cuidado pero con muchas flores.
-         Esperen un momento por favor  --  les dijo
Cuando la mujer se alejó, Sam miró a los Arzhaelíes.
-         Eso no era necesario  --  dijo para asombro de Kenny y Jason  --  nos habrían dejado pasar igual, solo son precavidas.
Pero no hubo tiempo para más, porque enseguida les indicaron que podían seguir. La religiosa abrió una puerta y les indicó que pasaran. La madre Cecilia estaba de pie delante de su escritorio y conversaba con otra monja. Al verlos entrar se volvió con una sonrisa.
-         ¡Samantha!  --  exclamó abriendo los brazos
La chica corrió y se dejó abrazar.
-         Cómo has crecido criatura  --  le dijo, y luego miró a sus acompañantes con curiosidad
-         Madre, ellos son, mi padrino Giulian Cornwall  --  y él se acercó con la mano extendida  --  mi tutor, Iván Natchzhrer  --  continuó  --  y nuestros amigos, Jason Walker y Kenneth McKenzie.
-         Bienvenidos  --  les dijo ella con amabilidad  --  ¿Les gustaría ver nuestras instalaciones?
Ellos entendieron perfectamente, que era una educada invitación a dejarlas solas, pero sin embargo dudaron.
-         Estaré bien  --  dijo Sam mirándolos
-         Gracias  --  dijo Iván  --  Nos agradaría mucho.
-         Hermana por favor  --  dijo la madre  --  acompañe a estos caballeros.
Una vez que estuvieron solas, la mujer miró a la chica.
-         ¿Un padrino y un tutor? Creo que tienes mucho que contarme  --  le dijo sonriente
Los Arzhaelíes recorrieron el lugar, y no lo encontraron tan deprimente como habría cabido esperar de un orfanato. Y ciertamente era muy diferente al lugar que Iván había visto cuando fue por Sam. Todo era modesto, pero limpio y organizado. Las aulas de clase eran ventiladas, con suficiente iluminación y muchas láminas de colores alegres. Tenían un amplio salón, que según les dijeron servía al doble propósito de área de estudios, y zona de juegos. Giulian pensó en los salones de juego de Clever House, y frunció el ceño. Uno solo de ellos, era mucho más grande que todo aquel salón. La Biblioteca, tenía una buena cantidad de libros, pero era obvio que no los suficientes. El comedor era grande e iluminado, y aunque las mesas estaban desgastadas, todo estaba muy limpio. Igualmente la cocina, era bastante grande y a pesar de la actividad, todo estaba limpio y ordenado. Por último visitaron la enfermería, y aquí si Giulian no pudo disimular su sorpresa, y se giró hacia su guía.
-         ¿Cuántos niños tienen aquí?  --  le preguntó
-         En este momento, tenemos cincuenta  --  le dijo  --  pero es un número que suele variar mucho. Tenemos diez recién nacidos y los otros cuarenta, están entre los dos y los seis años. Solo tenemos dos niños de diez y doce años.
Giulian pensó que debían ser niños extraordinariamente tranquilos, si requerían de una enfermería tan pequeña. Solo había tres camas, un escritorio, y unos cuantos anaqueles con medicamentos. La hermana, debió interpretar correctamente el pensamiento de ellos, por su siguiente comentario.
-         Nos gustaría contar con más espacio  --  les dijo  --  pero inicialmente, se suponía que no albergaríamos tantos niños. Sin embargo, no podemos rechazar a nadie que venga a solicitar ayuda, y desdichadamente parecen multiplicarse los niños que son abandonados.
Todos se sintieron verdaderamente apenados por aquella injusta situación, pero Giulian no era de los que estaba acostumbrado a dejarse abatir si hacer nada.
-         Pero supongo que así como no pueden negarse a ayudar a quien venga  --  le dijo  --  tampoco se negaran a recibir ayuda ¿no?
-         Por supuesto que no señor  --  le dijo ella  --  en realidad casi todo lo que han visto, es gracias a la caridad de algunas personas bien intencionadas, pero de esas no hay muchas.
-         Bien, entonces tal vez nosotros podamos hacer algo al respecto  --  le dijo
-         Cualquier ayuda, siempre es bien recibida   --  les dijo ella sonriendo
Estaban por salir, cuando llegó una religiosa mucho más joven, a toda carrera y con un niño en brazos. El chico no tendría más de cinco o seis años, y a pesar de que a todas luces estaba herido, no venía llorando, a diferencia de su portadora.
-         ¡Oh Dios!  --  exclamó la hermana que les estaba sirviendo de guía  --  ¿Qué sucedió?
-         Peter, Gerald y Johny   --  dijo la joven religiosa entre sollozos  --   estaban jugando en el viejo patio, y una parte del piso cedió y los niños cayeron
-         ¿Y los otros dos?
-         Aún no hemos podido sacarlos  --  dijo la chica al borde de la histeria
-         Podemos ayudar  --  dijo Iván  --  Jason, Kenny vayan con la señorita…  --  se interrumpió al no saber si era adecuado llamarla de aquel modo, pero a falta de uno mejor continuó  --  ¿Dónde está el Lä…
-         El médico  --  lo interrumpió Giulian
-         No llega hasta dentro de una hora  --  dijo la hermana que los había estado acompañando
-         ¡Demonios!  --  exclamó Giulian e Iván cerró lo ojos, aquel ciertamente no era un lenguaje adecuado para ese lugar
-         ¿Me permite?  --  le dijo a la chica quitándole al niño de los brazos  --  lleve a los chicos para que puedan sacar a los otros niños
Colocó al pequeño sobre la cama, y miró a Giulian. Él captó el mensaje y comenzó a hablarle a la monja para distraerla, mientras Iván atendía  al niño.
-         ¿Cómo te llamas?  --  le preguntó Iván al niño
-         Gerald  --  dijo el chico
-         Bien Gerald, vas a recostar la cabeza mientras yo veo qué tenemos aquí ¿está bien?
El niño asintió, e Iván prestó atención a la herida. Realmente aquel jovencito estaba siendo valiente, y se alegró de que la hermana no estuviese mirando cuando él desgarró la tela del pantalón y descubrió una fractura abierta. El hueso de la pierna se había partido y había abierto la piel.
-         De acuerdo Gerald  --  le dijo  --  Voy a colocar mi mano sobre tu frente, y tú vas a cerrar los ojos.
Así lo hizo, y a continuación procedió a reparar el hueso y a cerrar la herida. Era un proceso sencillo para él, pero habría sido muy difícil de explicar a los habitantes de ese lugar. Una vez concluido, limpió toda la evidencia. Ahora solo tendría que decir que se había tratado de un leve golpe, y el chico no recordaría el dolor que había estado sintiendo. Apenas terminó con él, llegaron Jason y Kenny con los otros dos pequeños. Uno tenía el brazo roto, y el otro un fuerte golpe en la cabeza con una herida que difícilmente habría podido ocultar. De modo que Giulian pidió todas las cosas que sabía utilizaban habitualmente los Firbolg en aquellos casos, y mientras los Krigers entretenían a las religiosas, ellos hicieron el trabajo. Iván se encargó del brazo roto, y Giulian de la herida, ya que él era el que sabía cómo debía lucir, para no despertar sospechas.
Una vez concluido todo, las religiosas no sabían cómo agradecerles, pero mientras Giulian se encargaba de eso, Iván miró a los Kriger.
-         ¿Aseguraron la zona? --   e inmediatamente recibió una visión completa de lo  que los chicos habían hecho para compactar el piso y evitar futuros accidentes.
A la hora de la comida, se reunieron con Sam y la Madre Cecilia. Las hermanas les refirieron de forma atropellada todo lo acontecido en la enfermería, y Sam los miró elevando una ceja, pero ellos se limitaron a sonreír.
Les preocupaba un poco el asunto de la comida, no querían que aquellos niños comiesen menos, por estar ellos allí, de modo que se las ingeniaron para multiplicar las cosas, de la forma menos evidente posible. Al final de la comida, de un maletín de mano, salido quien sabe de dónde, Giulian extrajo una cantidad enorme de chocolates y galletas para los chicos.
Antes de que se marcharan, la madre Cecilia quiso hablar con Iván y con Giulian, de modo que Sam se quedó con los niños y los Kriger.
-         Quería conversar un momento con ustedes  --  les dijo  --  porque ya Samantha me refirió toda la historia. Cuando fue usted por ella  --  dijo mirando a Iván  --  no tuvimos oportunidad de conversar, ya que la responsabilidad legal de los niños, no me correspondía, y lamentablemente, debo agregar que a la Directora de aquel lugar lo único que le interesaba era deshacerse de los niños.
Iván sin  ningún reparo, vio con claridad la información que Sam le había dado a la religiosa, y se sintió tranquilo, al comprobar que se había ceñido a lo que le habían dicho.
-         Samantha me contó que tanto ella como su hermano, aún corren un gran peligro.
-         Así es  --  dijo Iván  --  pero no se preocupe, estamos perfectamente capacitados para protegerlos.
-         Sus padres nos confiaron esa responsabilidad  --  le dijo Giulian  --  y le aseguro que la protegeremos con nuestras vidas, si es necesario.
-         Si sus padres confiaron en ustedes, debieron tener buenas razones para ello  --  dijo la madre  --  Y no quisiera ser impertinente, pero lo que en realidad me preocupa en el caso de Samantha  --  y miró a Giulian  --  ¿no es usted muy joven para una responsabilidad como esa?
-         No lo creo  --  dijo Giulian dedicándole una de sus encantadoras sonrisas  --  su padre tendría hoy, la misma edad que yo.
-         Un padre ciertamente muy joven, igualmente  --  le dijo  --  ¿Tiene una esposa que comparta con usted esa responsabilidad?
-         No  --  dijo él tristemente  --  mi prometida fue asesinada
-         Lo siento mucho  --  dijo ella apenada  --  como dije antes, no quiero ser impertinente, pero es que la responsabilidad va mucho más allá  de cuidarla y alimentarla. Los adolescentes son difíciles, y si a eso le sumamos que es una chica, el trabajo que le espera, no es fácil
-         No espero que lo sea  --  dijo Giulian  --  pero le prometo dos cosas, haré mi mejor esfuerzo, y si alguna vez tengo problemas, vendré a pedirle consejo  --  concluyó sonriéndole de nuevo
La mujer se dio por satisfecha y llegó la hora de marcharse. Sam se sintió como el día que se iba por primera vez.
-         Madre  --  pero las lágrimas le cerraron la garganta
-         Vamos querida, siempre soñaste con tener una familia  --  le dijo aparentando una serenidad que estaba lejos de sentir  --  pues bien, Dios escuchó tus súplicas y te la ha devuelto, alégrate
-         No es que no lo esté  --  dijo Sam
-         Hijita, mientras viva estaré aquí si me necesitas, estas puertas permanecerán abiertas para ti siempre, y estos muros te ofrecerán un refugio cuando lo necesites.
Ambos hombres asistieron en respetuoso silencio, a la emotiva despedida. Finalmente agradecieron a la madre por sus atenciones, y al salir se despidieron de los niños, que lamentaban la partida, y prometieron que aunque no podrían volver, pronto tendrían noticias de ellos.
Lo que aquellas personas  no se imaginaban y no se habrían imaginado nunca, es que un par de días después de esa visita, llegaría a las puertas del Orfanato una compañía constructora, con ordenes de hacer todas las modificaciones, ampliaciones y construcciones que fuesen necesarias basándose en una población infantil de cien niños. Del mismo modo, y una vez concluidos los trabajos, llegaría la dotación para todas las áreas, desde libros y material escolar, hasta ropa  y juguetes.

Pero apenas habían dado unos pocos pasos fuera, cuando Sam y Giulian se detuvieron al mismo tiempo.
-         ¿Qué?  --  preguntó Iván, pero vio que Sam estaba mortalmente pálida  --  ¿Sam?
-         Danny…  --  dijo ella
-         ¡Están en problemas!  --  completó Giulian  --  ¡Y muchos!
-         Tenemos que…
-          ¡Vamos!
-         Pero no sabemos dónde…
-         Yo sí lo sé ¡Vamos!  --  repitió
De modo que todos se sujetaron y se dejaron guiar por Giulian.


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