Ninguno lo es...

Ninguno lo es...

domingo, 9 de febrero de 2014

LA MAGIA DE ARZHVAEL El Inicio - cap. 03 -

CAP. 03  ¿HERMANOS?

Samantha estaba en el despacho de la madre Cecilia, si había alguien a quien echaría de menos sería a ella.

-         Así que ya llegó la hora de que nos dejes jovencita – dijo la madre al verla acercarse.

-         Si, madre, pero antes de irme quería darle las gracias, ha sido usted muy buena conmigo, a pesar de pertenecer a dos mundos tan diferentes.


-         Ha sido un placer tenerte entre nosotros, querida. Y sí, son mundos diferentes pero tampoco son tan diferentes como creemos – dijo la mujer – en ambos hay bondad y hay maldad.

La niña en un súbito arranque se abrazó a la madre y sollozó.

-         Vamos, vamos – dijo la monja – no es como si no fuéramos a vernos nunca más, tengo entendido que puedes venir de vez en cuando  --  y miró a Iván.

-         Madre y si la magia es mala – dijo asustada la niña – como dice la madre Teresa


-         A ver cariño, ¿qué es la magia? ¿Lo sabes? – preguntó la mujer. La niña negó con la cabeza.

-         Según y cómo yo veo las cosas, la magia es un puente, un puente entre el mundo real y el  que llamamos irreal, entre lo que conocemos y lo que no, y mientras cruzas ese puente aprenderás a vivir entre ambos mundos. Son pocos los que tienen ese privilegio, y si Dios te ha escogido a ti, aprovéchalo lo mejor que puedas.

La niña sonrió a la mujer, hablaron un rato más y al final se despidieron. La madre Cecilia se quedó un buen rato observándolos alejarse por el camino. No sabía si lo que le había dicho a la niña había logrado disipar sus dudas, pero fue lo único que se le ocurrió, era, palabras más, palabras menos, lo que le había dicho su padre hacía mucho tiempo. También tomó nota mental de hablar con la madre Teresa, sabía que tenía buenas intenciones, pero no era conveniente que anduviera por ahí aterrorizando a los niños. Dio una última mirada a los viajeros y dijo para sus adentros. Que Dios te acompañe Samantha y te depare un mejor futuro que a tus infortunados padres. Suspiró y se retiró a sus quehaceres.

Ya se habían alejado bastante, cuando Iván se detuvo.

-         ¿Qué sucede?  --  preguntó la niña

-         A pesar de que nos has preguntado dónde está el lugar al que nos dirigimos, puedo asegurarte que está bastante lejos, y no podemos llegar andando  --  le dijo él


La niña miró a su alrededor, y no vio nada que le sugiriera la presencia de algún medio de transporte.

-         ¿Sacará una escoba voladora de su bolsillo?  --  preguntó la niña en tono burlón

El la miró un momento y luego sonrió, ciertamente no podía negar su sangre.

-         No  --  le dijo  --  hay una forma mucho más rápida y segura.

Extendió su mano y la acercó a los ojos de la niña.

-         Cierra los ojos Samantha  --  y mientras le decía esto, colocaba un dedo en el centro de la frente de ella.

Obediente, Samantha hizo lo que le indicaban, y unos segundos después se sintió arrastrada por una fuerza invisible, pero aunque quiso abrir los ojos, no pudo hacerlo.  Poco después, todo pareció aquietarse.

-         Ya puedes abrir los ojos  --  le dijo Iván.

Y vio por primera vez, la sorpresa en el rostro de la pequeña. Y realmente lo estaba. El lugar era hermoso. Estaban parados en medio de un jardín bellísimo. Las flores parecían de cristal, y los colores eran tan brillantes que lo único que se le ocurrió a Samantha, era que parecían estar “vivas”

-         Lo están  --  dijo Iván  --  Todo lo que nos rodea tiene vida.

La niña lo miró y sonrió. Pero no tuvo tiempo de hacer ningún comentario, porque una voz la hizo volverse.

-         Perfecta sincronización  --  decía la voz que pertenecía a una mujer muy hermosa que se acercaba acompañada de un…

Samantha tuvo que hacer un gran esfuerzo para no emitir la exclamación de sorpresa que acudió a su garganta.

-         ¡Por el tesoro del Gran Druida!  --  dijo la mujer mirando a Samantha, mientras que ésta e Iván, miraban a su pequeño acompañante

Cuando el chico estuvo lo bastante cerca, se quedó mirando con cara de susto a Samantha. La razón para ello era que ambos tenían la impresión de estarse mirando al espejo. La mente de Samantha comenzó a correr enloquecida, mientras que la de Danny pareció quedar congelada.

Iván le colocó una mano sobre el hombro a la niña, con la intención de tranquilizarla.

-         Vamos  --  dijo Iván  --  Eowaz nos espera.

Ni Samantha ni Danny, quien seguía teniendo la mente en blanco, hicieron preguntas ni se mostraron curiosos por saber quién era ese que los esperaba. Se limitaron a caminar con los otros dos. Pero mientras Samantha seguía tejiendo las más locas ideas y no dejaba de mirar a Danny, éste se negaba tercamente a levantar la vista del camino, lo que en medio del caos mental de la niña, la hizo llegar a la conclusión de que por algún motivo, él parecía temerle, esto la hizo sonreír.

Ocupados como estaban, en sus propios pensamientos, no notaron nada su alrededor. Habían entrado a un edificio de aspecto moderno y caminaban apresurados por el amplio vestíbulo, pero las personas con las que se cruzaron, los veían con  franco estupor. Sin embargo, y aunque algunos parecieron tener la intención de decir o preguntar algo, una mirada de Iván, bastó para disuadirlos de sus intenciones, fueran cuales fueren éstas. Al fin accedieron a uno absolutamente vacío, y quizá por el cambio de ambiente, del bullicioso vestíbulo a la quietud y silencio del lugar, por primera vez Samantha prestó atención.

Se fijó que las paredes eran grises, pero no del gris desvaído que estaba acostumbrada a ver en las paredes del orfanato, sino que parecían casi pulidas. Los pisos semejaban espejos y aunque no podía ver lámparas, ni ventanas, la iluminación era muy brillante.

Se detuvieron al final de ese pasillo, ante una gran puerta en forma circular, que se abrió en cuanto llegaron a ella. Cuando entraron, el corazón de Samantha pareció encogerse. Las dimensiones de aquella sala no eran exageradas, pero su aspecto fue lo que tanto a ella como a Danny, que por fin había dado señales de vida, fue lo que los sorprendió.

Era una sala circular, el piso y el techo, tenían el mismo aspecto pulido y brillante que los del exterior, pero las paredes… ¡no había paredes! Y a pesar de que ni Samantha, ni Danny, recordaban haber subido ningún tramo de escaleras, era evidente que se encontraban a mucha altura, tanta, que podían ver las nubes a su alrededor.

Con un poco más de calma, prestaron atención a los ocupantes del salón.  Danny contó rápidamente, había quince asientos dispuestos en forma circular, pero solo estaban ocupados cuatro.  Iván y Eve se adelantaron, doblaron una rodilla a tierra e inclinaron la cabeza ante un hombre mayor, que se sentaba en una de las sillas.

-         Señor  --  dijeron ambos

-         Me alegra que hayan regresado  --  dijo el aludido, mientras los otros dos se ponían de pie  --  ¿Algún contratiempo?


-         Ninguno por mi parte, Eowaz  --  dijo Iván

-         Salvo lo desagradable de esas personas  --  dijo Eve  --  nada que lamentar.

Eowaz la miró un minuto y ella sonrió.

-         Le aseguro que controlé mi genio  --  le dijo
-          
-         Eso espero  --  dijo él con una sonrisa y luego miró a los niños

Iván y Eve se acercaron a ellos y los guiaron hacia el centro del círculo. Eowaz se dirigió a los mayores.

-         Pueden tomar sus lugares  --  y luego miró con atención a los niños  --  Es un verdadero placer verlos de nuevo, y darles la bienvenida.

Danny y Samantha, tuvieron un pensamiento similar, y se preguntaban si todos en ese lugar los conocerían.

-         No todos, pero aún para los que no los hayan visto nunca, resultará sumamente sencillo reconocerlos  --  les dijo, y miró a los demás con algo que les pareció preocupación

Los chicos dieron una rápida mirada a su alrededor, resultaba bastante incómodo verse examinados por aquellas personas como si fuesen un objeto de exhibición. Cuando sus miradas se cruzaron nuevamente con la de Eowaz, éste les sonreía, y se había borrado la expresión de preocupación que habían visto hacía un momento.

-         Sé que de momento es algo un poco incómodo  --  les dijo  --  pero hay razones para ello, y con el tiempo se acostumbraran

Ciertamente a Danny, lo traía sin cuidado como lo miraran, estaba acostumbrado a miradas mucho peores, pero para Samantha no sería tan sencillo. Cierto que anhelaba una familia, sentirse que pertenecía a algún lugar, pero nunca imaginó que en realidad eso sucedería, y mucho menos, que resultaría el centro de atención.

Danny por su parte, estaba encantado, pero tenía miles de preguntas que hacer. Aquel hombre se veía agradable, pero se había acostumbrado a desconfiar de las apariencias, su madre se veía dulce y gentil, y había resultado todo lo contrario. De modo que se propuso andarse con cuidado, no quería que lo echaran de allí, apenas llegando. Eowaz sonrió de nuevo.

-         Nadie va a echarte de aquí  --  dijo, y luego mirándolos a los dos  --  este es el lugar al que pertenecen, es su derecho estar aquí.

Samantha tuvo un momento de confusión, varias ideas penetraron su mente y miró a Eowaz con atención.

-         ¿Deber? ¿Peligro? ¿Nurión?  --  todo ello se agolpó en sus pensamientos

Un sentimiento de sorpresa general recorrió a los presentes, y Samantha fue consciente de ello. Solo Iván parecía estar tranquilo.

-         Eowaz  --  dijo una mujer sentada hacia el lado izquierdo  --  ¡Solo tiene siete años!

-         Y nosotros muchos más, por lo que deberíamos ser más cuidadosos  --  dijo él


-         Pero es insólito  --  dijo otro individuo  --  ni siquiera su…

Pero fue silenciado por Eowaz, solo con la mirada.

-         Danny, Samantha  --  les dijo  --  tienen permiso para preguntar.

Para Danny fue como si le dijeran que se había ganado una piscina de helado, y se lanzó de cabeza en ella.

-         ¿Quién es “ella”?  --  dijo señalando con el pulgar a Samantha, cosa que molestó mucho a la chica  --  ¿Quiénes son mis padres y qué sucedió con ellos? ¿Por qué todos parecen conocerme? Si todos sabían de mí, y si como dijo usted, pertenezco a este lugar ¿Por qué hasta ahora fueron por mí? Este parece un lugar bastante seguro, si necesitaba protección, como dijo la señorita Natchzhrer ¿por qué no podían proporcionármela aquí? ¿Qué clase de lugar es este? ¿Por qué necesitaba protección? Si me preguntan, esto parece una broma, y por mucho que me guste lo que he visto hasta ahora, quiero asegurarme de que ni estoy soñando, ni que alguien quiere pasarse de listo.

Samantha estaba horrorizada, si bien era cierto que ella también quería saber esas cosas, consideraba que aquel pequeño individuo estaba siendo bastante grosero al expresarse en aquellos términos.

Por su parte, las personas que los miraban, lo hacían con distintas expresiones en sus rostros. La mujer que había hablado antes, se veía irritada y los miraba con ira, lo que le parecía a Samantha bastante injusto, ya que ella no había abierto la boca.  Otro par de sujetos, tenían cara de asombro, y un tercero los miraba con diversión, mientras Iván y Eve, sonreían con disimulo. Solo Eowaz, conservaba una expresión serena.

-         Bien, he comprendido  --  dijo  --  y trataré de contestarte lo más claramente posible

-         ¡Eowaz!  --  dijo la mujer que parecía irritada  --  Creo que primero…


-         Primero deben ser adecuadamente informados  --  la interrumpió él

-         Son iguales a sus padres  --  dijo con desprecio


-         Gracias Dorila  --  dijo Eowaz  --  ya lo hemos notado

-         ¿”Nuestros” padres?  --  pregunto Danny, acentuando el posesivo


-         Siendo quien eres, esperaría que fueses más brillante  --  dijo Samantha con arrogancia  --  obviamente somos gemelos “genio”

Esta vez ni Iván, Eve, ni  el otro individuo que se sentaba al lado de ellos, pudieron silenciar su escandalosa risa.




No hay comentarios:

Publicar un comentario