CAP. 03 ¿HERMANOS?
Samantha estaba en el despacho
de la madre Cecilia, si había alguien a quien echaría de menos sería a ella.
-
Así que ya llegó la hora de que nos dejes
jovencita – dijo la madre al verla acercarse.
-
Si, madre, pero antes de irme quería darle las
gracias, ha sido usted muy buena conmigo, a pesar de pertenecer a dos mundos
tan diferentes.
-
Ha sido un placer tenerte entre nosotros,
querida. Y sí, son mundos diferentes pero tampoco son tan diferentes como
creemos – dijo la mujer – en ambos hay bondad y hay maldad.
La niña
en un súbito arranque se abrazó a la madre y sollozó.
-
Vamos, vamos – dijo la monja – no es como si no
fuéramos a vernos nunca más, tengo entendido que puedes venir de vez en
cuando -- y miró a Iván.
-
Madre y si la magia es mala – dijo asustada la
niña – como dice la madre Teresa
-
A ver cariño, ¿qué es la magia? ¿Lo sabes? –
preguntó la mujer. La niña negó con la cabeza.
-
Según y cómo yo veo las cosas, la magia es un
puente, un puente entre el mundo real y el que llamamos irreal, entre lo que conocemos y
lo que no, y mientras cruzas ese puente aprenderás a vivir entre ambos mundos.
Son pocos los que tienen ese privilegio, y si Dios te ha escogido a ti,
aprovéchalo lo mejor que puedas.
La niña
sonrió a la mujer, hablaron un rato más y al final se despidieron. La madre
Cecilia se quedó un buen rato observándolos alejarse por el camino. No sabía si
lo que le había dicho a la niña había logrado disipar sus dudas, pero fue lo
único que se le ocurrió, era, palabras más, palabras menos, lo que le había
dicho su padre hacía mucho tiempo. También tomó nota mental de hablar con la
madre Teresa, sabía que tenía buenas intenciones, pero no era conveniente que
anduviera por ahí aterrorizando a los niños. Dio una última mirada a los
viajeros y dijo para sus adentros. Que Dios te acompañe Samantha y te depare un
mejor futuro que a tus infortunados padres. Suspiró y se retiró a sus
quehaceres.
Ya se habían alejado bastante,
cuando Iván se detuvo.
-
¿Qué sucede? -- preguntó la niña
-
A pesar de que nos has preguntado dónde está el lugar al que nos
dirigimos, puedo asegurarte que está bastante lejos, y no podemos llegar
andando -- le dijo él
La niña miró a su alrededor, y
no vio nada que le sugiriera la presencia de algún medio de transporte.
-
¿Sacará una escoba voladora de su bolsillo? --
preguntó la niña en tono burlón
El la miró un momento y luego
sonrió, ciertamente no podía negar su sangre.
-
No -- le dijo
-- hay una forma mucho más rápida
y segura.
Extendió su mano y la acercó a
los ojos de la niña.
-
Cierra los ojos Samantha
-- y mientras le decía esto,
colocaba un dedo en el centro de la frente de ella.
Obediente, Samantha hizo lo que
le indicaban, y unos segundos después se sintió arrastrada por una fuerza
invisible, pero aunque quiso abrir los ojos, no pudo hacerlo. Poco después, todo pareció aquietarse.
-
Ya puedes abrir los ojos
-- le dijo Iván.
Y vio por primera vez, la
sorpresa en el rostro de la pequeña. Y realmente lo estaba. El lugar era
hermoso. Estaban parados en medio de un jardín bellísimo. Las flores parecían
de cristal, y los colores eran tan brillantes que lo único que se le ocurrió a
Samantha, era que parecían estar “vivas”
-
Lo están -- dijo Iván
-- Todo lo que nos rodea tiene
vida.
La niña lo miró y sonrió. Pero
no tuvo tiempo de hacer ningún comentario, porque una voz la hizo volverse.
-
Perfecta sincronización -- decía la voz que pertenecía a una mujer muy
hermosa que se acercaba acompañada de un…
Samantha tuvo que hacer un gran
esfuerzo para no emitir la exclamación de sorpresa que acudió a su garganta.
-
¡Por el tesoro del Gran Druida!
-- dijo la mujer mirando a
Samantha, mientras que ésta e Iván, miraban a su pequeño acompañante
Cuando el chico estuvo lo
bastante cerca, se quedó mirando con cara de susto a Samantha. La razón para
ello era que ambos tenían la impresión de estarse mirando al espejo. La mente
de Samantha comenzó a correr enloquecida, mientras que la de Danny pareció
quedar congelada.
Iván le colocó una mano sobre el
hombro a la niña, con la intención de tranquilizarla.
-
Vamos -- dijo Iván
-- Eowaz nos espera.
Ni Samantha ni Danny, quien
seguía teniendo la mente en blanco, hicieron preguntas ni se mostraron curiosos
por saber quién era ese que los esperaba. Se limitaron a caminar con los otros
dos. Pero mientras Samantha seguía tejiendo las más locas ideas y no dejaba de
mirar a Danny, éste se negaba tercamente a levantar la vista del camino, lo que
en medio del caos mental de la niña, la hizo llegar a la conclusión de que por
algún motivo, él parecía temerle, esto la hizo sonreír.
Ocupados como estaban, en sus
propios pensamientos, no notaron nada su alrededor. Habían entrado a un
edificio de aspecto moderno y caminaban apresurados por el amplio vestíbulo, pero
las personas con las que se cruzaron, los veían con franco estupor. Sin embargo, y aunque algunos
parecieron tener la intención de decir o preguntar algo, una mirada de Iván,
bastó para disuadirlos de sus intenciones, fueran cuales fueren éstas. Al fin
accedieron a uno absolutamente vacío, y quizá por el cambio de ambiente, del
bullicioso vestíbulo a la quietud y silencio del lugar, por primera vez
Samantha prestó atención.
Se fijó que las paredes eran
grises, pero no del gris desvaído que estaba acostumbrada a ver en las paredes
del orfanato, sino que parecían casi pulidas. Los pisos semejaban espejos y
aunque no podía ver lámparas, ni ventanas, la iluminación era muy brillante.
Se detuvieron al final de ese
pasillo, ante una gran puerta en forma circular, que se abrió en cuanto
llegaron a ella. Cuando entraron, el corazón de Samantha pareció encogerse. Las
dimensiones de aquella sala no eran exageradas, pero su aspecto fue lo que
tanto a ella como a Danny, que por fin había dado señales de vida, fue lo que
los sorprendió.
Era una sala circular, el piso y
el techo, tenían el mismo aspecto pulido y brillante que los del exterior, pero
las paredes… ¡no había paredes! Y a pesar de que ni Samantha, ni Danny,
recordaban haber subido ningún tramo de escaleras, era evidente que se
encontraban a mucha altura, tanta, que podían ver las nubes a su alrededor.
Con un poco más de calma,
prestaron atención a los ocupantes del salón.
Danny contó rápidamente, había quince asientos dispuestos en forma
circular, pero solo estaban ocupados cuatro.
Iván y Eve se adelantaron, doblaron una rodilla a tierra e inclinaron la
cabeza ante un hombre mayor, que se sentaba en una de las sillas.
-
Señor -- dijeron ambos
-
Me alegra que hayan regresado
-- dijo el aludido, mientras los
otros dos se ponían de pie -- ¿Algún contratiempo?
-
Ninguno por mi parte, Eowaz
-- dijo Iván
-
Salvo lo desagradable de esas personas
-- dijo Eve --
nada que lamentar.
Eowaz la miró un minuto y ella
sonrió.
-
Le aseguro que controlé mi genio
-- le dijo
-
-
Eso espero -- dijo él con una sonrisa y luego miró a los
niños
Iván y Eve se acercaron a ellos
y los guiaron hacia el centro del círculo. Eowaz se dirigió a los mayores.
-
Pueden tomar sus lugares
-- y luego miró con atención a
los niños -- Es un verdadero placer verlos de nuevo, y
darles la bienvenida.
Danny y Samantha, tuvieron un
pensamiento similar, y se preguntaban si todos en ese lugar los conocerían.
-
No todos, pero aún para los que no los hayan visto nunca, resultará
sumamente sencillo reconocerlos -- les dijo, y miró a los demás con algo que les
pareció preocupación
Los chicos dieron una rápida
mirada a su alrededor, resultaba bastante incómodo verse examinados por
aquellas personas como si fuesen un objeto de exhibición. Cuando sus miradas se
cruzaron nuevamente con la de Eowaz, éste les sonreía, y se había borrado la
expresión de preocupación que habían visto hacía un momento.
-
Sé que de momento es algo un poco incómodo -- les
dijo --
pero hay razones para ello, y con el tiempo se acostumbraran
Ciertamente a Danny, lo traía
sin cuidado como lo miraran, estaba acostumbrado a miradas mucho peores, pero
para Samantha no sería tan sencillo. Cierto que anhelaba una familia, sentirse
que pertenecía a algún lugar, pero nunca imaginó que en realidad eso sucedería,
y mucho menos, que resultaría el centro de atención.
Danny por su parte, estaba
encantado, pero tenía miles de preguntas que hacer. Aquel hombre se veía
agradable, pero se había acostumbrado a desconfiar de las apariencias, su madre
se veía dulce y gentil, y había resultado todo lo contrario. De modo que se propuso
andarse con cuidado, no quería que lo echaran de allí, apenas llegando. Eowaz
sonrió de nuevo.
-
Nadie va a echarte de aquí
-- dijo, y luego mirándolos a los
dos --
este es el lugar al que pertenecen, es su derecho estar aquí.
Samantha tuvo un momento de
confusión, varias ideas penetraron su mente y miró a Eowaz con atención.
-
¿Deber? ¿Peligro? ¿Nurión?
-- todo ello se agolpó en sus
pensamientos
Un sentimiento de sorpresa
general recorrió a los presentes, y Samantha fue consciente de ello. Solo Iván
parecía estar tranquilo.
-
Eowaz -- dijo una mujer sentada hacia el lado
izquierdo -- ¡Solo tiene siete años!
-
Y nosotros muchos más, por lo que deberíamos ser más cuidadosos --
dijo él
-
Pero es insólito -- dijo otro individuo -- ni
siquiera su…
Pero fue silenciado por Eowaz,
solo con la mirada.
-
Danny, Samantha -- les dijo
-- tienen permiso para preguntar.
Para Danny fue como si le
dijeran que se había ganado una piscina de helado, y se lanzó de cabeza en
ella.
-
¿Quién es “ella”? -- dijo señalando con el pulgar a Samantha, cosa
que molestó mucho a la chica -- ¿Quiénes son mis padres y qué sucedió con
ellos? ¿Por qué todos parecen conocerme? Si todos sabían de mí, y si como dijo
usted, pertenezco a este lugar ¿Por qué hasta ahora fueron por mí? Este parece
un lugar bastante seguro, si necesitaba protección, como dijo la señorita
Natchzhrer ¿por qué no podían proporcionármela aquí? ¿Qué clase de lugar es
este? ¿Por qué necesitaba protección? Si me preguntan, esto parece una broma, y
por mucho que me guste lo que he visto hasta ahora, quiero asegurarme de que ni
estoy soñando, ni que alguien quiere pasarse de listo.
Samantha estaba horrorizada, si
bien era cierto que ella también quería saber esas cosas, consideraba que aquel
pequeño individuo estaba siendo bastante grosero al expresarse en aquellos
términos.
Por su parte, las personas que
los miraban, lo hacían con distintas expresiones en sus rostros. La mujer que
había hablado antes, se veía irritada y los miraba con ira, lo que le parecía a
Samantha bastante injusto, ya que ella no había abierto la boca. Otro par de sujetos, tenían cara de asombro,
y un tercero los miraba con diversión, mientras Iván y Eve, sonreían con disimulo.
Solo Eowaz, conservaba una expresión serena.
-
Bien, he comprendido -- dijo
-- y trataré de contestarte lo
más claramente posible
-
¡Eowaz! -- dijo la mujer que parecía irritada --
Creo que primero…
-
Primero deben ser adecuadamente informados -- la
interrumpió él
-
Son iguales a sus padres
-- dijo con desprecio
-
Gracias Dorila -- dijo Eowaz
-- ya lo hemos notado
-
¿”Nuestros” padres? -- pregunto Danny, acentuando el posesivo
-
Siendo quien eres, esperaría que fueses más brillante --
dijo Samantha con arrogancia
-- obviamente somos gemelos
“genio”
Esta vez ni Iván, Eve, ni el otro individuo que se sentaba al lado de
ellos, pudieron silenciar su escandalosa risa.
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