Ninguno lo es...

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viernes, 2 de mayo de 2014

LA MAGIA DE ARZHVAEL El Inicio - Cap. 65 -

CAP. 65  VERDAD DOLOROSA…

Cuando los chicos sintieron que sus pies tocaban piso, abrieron los ojos. Les tomó unos segundos adaptarlos a la oscuridad reinante. Sam había dirigido el traslado, y había procurado aparecer lo más cerca posible de su destino final. Sin embargo, al igual que los demás tardó unos segundos en adaptar su visión.
-         Síganme  --  dijo Mael y tomó la mano de Sam
-         ¿A dónde?  --  preguntó Gail
-         La única edificación que veo, está en la dirección que los estoy guiando  --  contestó él  --  No hay nada más por aquí.
Una vez que sus ojos se habían adaptado a la oscuridad, pudieron divisar un punto de luz.
-         ¿Qué lugar es ese?  --  preguntó Danny
-         El Orfanato  --  contestó Sam
-         ¿Orfanato?  --  preguntó Gail  --  Imagino que estarán felices de recibir seis chicos más  --  concluyó en forma irónica
-         Descuida, nos recibirán y estaremos a salvo hasta que vengan por nosotros  --  aseguró Sam
Llegaron a la reja y Sam tiró de la campana, pero el tiempo pasaba y nadie acudía.
-         Sabes qué hora es ¿no?  --  dijo Diandra al ver que Danny comenzaba a exasperarse  --  Son casi las cuatro de la mañana.
-         Ya lo sé, Di
-         Ya vienen  --  advirtió Mael
Unos segundos después apareció una religiosa, colocándose un abrigo sobre los hombros. Estaban acostumbradas a escuchar la campana a aquellas horas tan desusadas, ya que eran las preferidas de los que abandonaban criaturas a las puertas del Orfanato. De modo que se apresuró tanto como pudo en salir de la cama, pensando en recoger lo antes posible a la pobre criatura que seguramente habían dejado en la puerta. Su sorpresa fue mayúscula al ver al pequeño grupo de chicos que se agolpaba a las puertas.
-         Buenas noches  --  saludó con voz pausada, a pesar del asombro  --  ¿Qué los trae por aquí a estas horas niños?
-         Buenas noches hermana  --  saludó Sam  --  Necesitamos ver a la madre Cecilia.
Mientras decían esto, la mujer había estado quitando los pasadores y les abría la reja.
-         Comprendo hija, pero como verás es una hora inapropiada para despertarla  --  le dijo  --  Pueden pasar,  les acomodaré en algún sitio, y apenas la madre se levante le informaré de su presencia.
Sam sacó unas cuentas rápidas.  Diandra había dicho que eran las cuatro de la mañana, y ella sabía perfectamente, que la madre se levantaba alrededor de las cinco, para estar preparada a asistir a la ceremonia religiosa matutina. De modo que decidió no insistir, y se dejaron conducir al salón que servía como área de recreo a los niños.
-         Pueden esperar aquí.  Haré que les traigan algo caliente.
-         Gracias hermana.
Sam inspeccionó el lugar, y se alegró de comprobar que lo que le había prometido Giulian, se había cumplido. El salón había sido ampliado, y ahora se veía mucho más alegre. Había muchos juguetes, juegos de mesa, y estaba pintado con graciosos dibujos. Los chicos también lo miraban todo con curiosidad, especialmente algunos de los juguetes.
-         Siempre me imaginé los orfanatos, como lugares grises y tristes  --  dijo Aderyn
-         Yo también  --  agregó Diandra
-         Normalmente son así  --  les dijo Sam
-         Al menos no creciste en un lugar tan terrible  --  opinó Aderyn
-         Yo no crecí aquí  --  les aclaró  --  el orfanato donde yo viví, era tal y como se lo imaginan. El color reinante era el gris, desde las paredes, hasta los uniformes que nos veíamos obligados a vestir. La tristeza era el sentimiento más común, y ciertamente no teníamos un lugar como este.
La pequeña tranquilidad que Danny había comenzado a sentir, al imaginar que su hermana no lo había pasado tan mal como él imaginaba, rodó al escucharla decir aquello.
-         Y tampoco nosotros tendríamos un lugar así, de no ser por la generosidad de tu padrino y de tu tutor  --  escucharon que decía alguien
Sam se volvió y vio la sonrisa de la madre Cecilia. Corrió y la mujer la recibió con los brazos abiertos. Tras ella venía otra monja, a quien reconoció como la que les había servido de guía a sus acompañantes la vez anterior. La mujer la saludó con especial cariño y luego de depositar una bandeja, con humeantes tazas de chocolate, sobre la mesa, le preguntó por los demás. Luego de esto, Sam procedió a las presentaciones.
-         Él es Danny, mi…
-         ¡Jesús Bendito!  --  exclamó la hermana mientras miraba a los chicos con asombro
-         Tu gemelo  --  dijo la madre Cecilia sonriéndole  --  Realmente son dos gotas de agua.
-         Pero yo soy más simpático  --  dijo Danny mientras le extendía la mano a las mujeres y les guiñaba un ojo
-         ¡Ja! Ni volviendo a nacer  --  murmuró Diandra, de modo que solo Gail y la hermana que estaba casi a su lado pudieron escucharla
-         Ellas son Aderyn y Diandra McKenzie, nuestras amigas y compañeras de clase  --  y la niñas también saludaron  --  este individuo  --  dijo tomando a Gail por el brazo  --  es Gail Natchzhrer, el hijo de mi tutor  --  Gail sonrió a las religiosas mientras saludaba  --  y éste  --  dijo por último tomando de la mano a Mael  --  es Mael Berserker, nuestro amigo y compartimos el mismo tutor.
-         Vaya  --  dijo la madre Cecilia  --  veo que el señor Natchzhrer siente especial cariño por los niños.
-         Es una de las personas más maravillosas que he conocido  --  aseguró Sam
-         Estoy segura de ello  --  acordó la madre  --  Samantha, aunque me complace mucho verte de nuevo, supongo que una visita a estas horas, debe obedecer a un motivo muy especial.
-         Lamentamos mucho haber llegado de esta forma  --  intervino Danny de inmediato  --  no teníamos intención de molestarlas o alterar en nada…
-         Tranquilo Danny  --  lo interrumpió ella  --  Ni molestan, ni alteran nada. Tanto Samantha, como sus parientes y amigos, siempre serán bienvenidos aquí. Si lo preguntó es con el fin de serles más útil, en caso de necesitar algo en particular.
-         Sí madre, obedece a un motivo específico, y…
Pero se vio interrumpida por la llamada de las campanas, anunciando la misa matutina. Sam miró a la madre, resignada a hablar con ella más tarde.
-         Te aseguro que Dios no me tendrá en cuenta, el hecho de que me salte una misa  --  le dijo sonriente  --  Acompáñame, y ustedes están en libertad de recorrer las instalaciones, espero se sientan como en casa. Aunque debo advertirles que pronto todo se llenará de bulliciosos chicos.
-         Entonces sin duda nos sentiremos en casa  --  le dijo Mael
-         Danny, ven con nosotros  --  dijo Sam, para sorpresa de la madre, aunque nada objetó  --  Mael vigila que Gail no haga ninguna barbaridad delante de los niños
Mael la miró, y sonriéndole le hizo un gesto para hacerle saber que había captado el mensaje. Sam y Danny acompañaron a la madre hasta su despacho y una vez dentro, ésta los miró a ambos.
-         Samantha, en tu anterior visita no quise hacer más preguntas de las estrictamente necesarias  --  comenzó  --  pero es claro para mí, que en tu vida hay mucho más de lo que me dijiste. No pretendo que digas algo que no puedas decir, pero sí quiero que tengas presente, que sea cual fuere el problema que tengas, puedes confiar en mí.
-         Lo sé madre, por eso estamos aquí  --  le dijo y al mismo tiempo  --  Descuida, realmente podemos confiar en ella  --  esto obviamente, se lo dijo a Danny al ver la preocupación del chico
Sam comenzó el extraño e increíble relato de sus orígenes, pasando por las circunstancias, ahora más detalladas, de las razones que llevaron a sus padres, y posteriormente a su tutor, a dejarlos en un Orfanato. La madre Cecilia era una oyente excepcional, no interrumpió su narración, sino en contadas ocasiones y solo para aclarar alguna duda.
-         Sé que es posible que no crea todo lo que le estoy contando, pero le aseguro que no le estoy mintiendo  --  dijo Sam
-         Sé que no lo estás haciendo Samantha, y no hay razones para que no te crea  --  le aseguró 
-         No he olvidado lo que decía la hermana Teresa  --  continuó Sam  --  ella pensaba que la magia no existía y que de existir, por fuerza debía ser algo malo.
-         Querida niña, todos tenemos derecho a sustentar nuestras opiniones, pero eso no las hace verdades absolutas. Tal vez pertenezcamos a dos mundos diferentes en su forma, pero en el fondo no son tan distintos, en ambos hay maldad y hay bondad. En cuanto a la magia, según como yo veo las cosas, y podría estar equivocada, naturalmente,   creo que es un puente entre lo real y lo irreal. Entendiéndose como real, aquello que conocemos, e irreal aquello que no es ajeno. Has tenido el privilegio de conocer ambos mundos, quizá ninguno de los dos te haya mostrado su cara más amable en tus primeros años, pero ya que has sido escogida para pertenecer a ambos, aprovecha lo mejor de ellos. Confío en que el Dios de mis creencias, al igual que los de las tuyas, te depare un mejor futuro.
La chica le sonrió agradecida y aliviada. La madre se quedó mirando a Danny un rato y luego sonrió.
-         Puedes estar tranquilo jovencito, su secreto está a salvo conmigo, así que ya puedes quitar esa cara de preocupación  --  le dijo y él se sintió muy apenado
-         Disculpe, pero es que…  --  intentó disculparse
-         Descuida, es posible que no entienda muchas cosas de su mundo, pero sé perfectamente cuando es de vital importancia mantener ciertos asuntos en secreto  --  le aseguró  --  Y pueden quedarse el tiempo que estimen prudente o sea necesario.
Los chicos agradecieron y salieron en compañía de la religiosa, rumbo al comedor. Habían consumido casi toda la mañana en el relato y las explicaciones, y ciertamente el estómago de Danny comenzaba a reclamar ruidosamente por la falta de alimento. A medida que se aproximaban al comedor, el alboroto fue en aumento. Una joven novicia, que se acercaba corriendo por el pasillo, se detuvo en seco al ver a los gemelos.
-         ¿Sucede algo?  --  preguntó la madre Cecilia, pero la chica seguía mirando a los gemelos  --  ¿Hermana?
-         ¡Oh! Lo siento madre  --  se disculpó la chica enrojeciendo, para regocijo de Danny  --  Me enviaron a avisarle que el almuerzo está por servirse, y querían saber si nuestros visitantes  --  y miró de nuevo a los chicos  --  acompañarían a los demás.
-         Gracias hermana, ya nos dirigíamos hacia allá.
En cuanto Sam hizo su entrada, los niños corrieron hacia ella. Todos se esforzaban por hacerse escuchar, y a duras penas Sam pudo entender dentro de aquel escándalo, que estaban muy contentos de verla de nuevo y agradecidos por lo que habían hecho Giulian e Iván por ellos. Gerald, Johny y Peter, los chicos del accidente de aquel día, preguntaban ansiosos por los Arzhaelíes, y Sam tuvo una punzada de dolor. Aunque les aseguró que estaban muy bien, realmente sentía terror de que algo les hubiese sucedido. Sin embargo, se tranquilizó diciéndose que si así fuese, ella ya lo sabría.
El almuerzo fue tan ruidoso como Sam recordaba el anterior, pero en esta ocasión sintió mucha preocupación, porque mientras Mael, Danny y las McKenzie, entretenían a los pequeños, Gail, que de ordinario habría sido el más alborotador, estaba silencioso y su participación fue muy escasa. No es que no supiese la razón, sino que pensaba en la mejor forma de enfrentarlo.
Una vez finalizada la ruidosa comida, pasaron al Salón de juegos. La madre Cecilia les ofreció a los chicos ir a descansar un poco, debido a la agitada noche que habían tenido, pero ellos declinaron la oferta prefiriendo quedarse con los pequeños, lo que los convirtió automáticamente en héroes para ellos.  Pero mientras jugaban y conversaban con los niños, súbitamente una conocida bola de luz se hizo presente entre ellos, y a continuación la figura y la voz de Iván se dejó sentir.
-         Todos bien, no se preocupen y  quédense donde están. Iremos por ustedes, tan pronto como sea posible.
Los niños los miraban con curiosidad porque de pronto todos se habían quedado callados, o se habían interrumpido en medio de alguna frase. Naturalmente ellos no habían podido ver, ni escuchar nada, pero la madre Cecilia los miró con expresión interrogante.
-         ¿Todo bien?
-         Sí, madre  --  respondió Sam  --  todo bien.
-         Me alegro  --  le dijo ella y luego se retiró a sus obligaciones.
Al final de la tarde, varias hermanas fueron por los niños, ya que estos tenían que ir a probarse sus ropas, porque al día siguiente, domingo 23 de abril día de San Jorge,  la celebración de la misa sería especial. A pesar de que los niños insistieron en que los acompañaran para que viesen sus ropas nuevas, Sam les dijo que preferían vérselas al día siguiente para no arruinar la sorpresa. Pero en realidad lo que querían era quedarse a solas con Gail, ya que todos habían reparado en su estado de ánimo.
Una vez que tuvieron el Salón para ellos solos, se volvieron hacia l chico.
-         Dejen de mirarme de ese modo  --  les dijo  --  no estoy muriendo.
-         No se diría, por tu aspecto  --  dijo Diandra con su habitual forma de dirigirse a ellos 
-         Gail, sabemos cómo debes estar sintiéndote, de modo que…  --  comenzó Aderyn
-         ¿Ah sí?  --  la interrumpió él  --  Me imagino que sobre todo tú Aderyn. Dime ¿tienes un padre que se ha pasado la vida mintiéndote? O tal vez tienes una “adorable y tierna” madre, que no solo te abandonó, sino que aparte de darte el cariñoso calificativo de “engendro”, acabas de descubrir que  forma parte de las filas de un maniático asesino, que traicionó a su familia y a sus amigos, y  que no habría tenido ningún inconveniente en rebanarte el cuello, para cumplir con los deseos del muy bastardo al que sirve.
A medida que hablaba su voz había ido adquiriendo velocidad y volumen. Pero cada una de las palabras dichas, se habían clavado dolorosamente en el corazón de Sam, que podía sentir el sufrimiento que encerraban. Sin embargo, era consciente que Gail necesitaba dejar salir todo aquello, para que posteriormente tuviese oportunidad de sanar esas profundas heridas. Así se lo hizo saber a Danny y a Mael, para que no lo interrumpiesen, y habría deseado poder comunicárselo a Aderyn y a Diandra, pero confiaba en que sus instintos se lo indicaran. No obstante, y para su sorpresa, captó la mirada de Diandra y pudo ver con toda claridad que la chica pensaba “De acuerdo, lo entiendo”. Más no tuvo tiempo de detenerse en aquello, porque Gail volvía a hablar.
-         Me vi obligado a crecer con un padre al que veía algunos fines de semana, y algunas vacaciones. Porque tanto él, como mis únicos parientes vivos, estaban muy ocupados salvando al mundo. Me negaron la posibilidad de llevar mi propio nombre, y las personas a las que consideré mis abuelos, aunque no lo eran y me brindaron el amor y los cuidados que mi propia sangre no podía, me fueron arrebatados de forma cobarde y miserable, y tengo pocas dudas sobre quien lo hizo. No Aderyn, dudo mucho que tengas ni siquiera una idea cercana de cómo puedo sentirme. Y te agradecería mucho, que dejarás de mirarme con esa expresión de lástima. 
La chica se sintió verdaderamente apenada. Sabía que Gail tenía toda la razón, al reclamarle por creerse en la capacidad de saber cómo se podía sentir, pero se equivocaba al pensar que era lástima lo que estaba sintiendo, porque en realidad lo que sentía era un profundo dolor por todo lo que le estaba sucediendo a él. Sin embargo, fue Mael quien lo puso en palabras.
-         Tienes razón en cuanto a que  no sabemos cómo te sientes, Gail. Pero te equivocas, porque no es lástima lo que sentimos.
-         No soy ciego Mael.
El hecho de que lo llamase por su nombre, ya resultaba insólito y era clara muestra de lo mal que se encontraba, ya que muy rara vez lo había llamado de otra forma que no fuese “cachorro”. Danny y Diandra, que no se habían caracterizado nunca, por ser suaves, reaccionaron de forma muy parecida.
-         El que debe dejar de sentir lástima por sí mismo eres tú  --  le dijo la chica
-         ¡Cállate Diandra!
-         ¡Hey!  --  lo detuvo Danny  --  Ella tiene razón, y aunque no sea agradable, es hora de que escuches verdades. Aquí el único que está sintiendo conmiseración por sí mismo eres tú. De acuerdo en que no es una bonita historia, ni llena de amor maternal, pero tampoco es el fin del mundo.  Y tal y como me dijeron a mí en su momento, te recuerdo que no eres responsable por lo que hagan los demás.  En cuanto a tu padre, me parece que estás siendo injusto, al menos tú tuviste un padre al cual ver, aunque fuese poco, amigo.
Las últimas palabras tenían una nota dolorosa, que no pasó desapercibida a nadie. Sin embargo, Gail  que poseía entre otras cosas, la terquedad de los Cornwall, siguió mostrándose intransigente.
-         Pero no tenía que haber sido así  --  insistió  --  soy su único hijo, no tenía derecho a hacerme a un lado. No le importó dejarme sin la única familia que me quedaba. No le importó mentirme. ¿Y todo para qué? ¿Para qué ahora viniera mi “querida madre”, a la que gracias a sus mentiras creía muerta, a echarme en cara su abandono? O tal vez solo le interesaba jugar al héroe.
Aderyn lloraba en silencio, mientras que Diandra, menos dada a las lágrimas, miraba con expresión de desagrado a Gail, pro no por él, sino que se preguntaba cuánto más daño y destrucción tendría que soportar, cortesía de Nurión. Con todo, pensó que Gail necesitaba una sacudida, para que se diera cuenta del maravilloso padre que tenía.
-         Pienso que Iván no juega al héroe, sino que en realidad lo es, solo por el hecho de tener que soportarte  --  le dijo en tono sereno  --  Eres tan arrogante como Douglas, pero desagradecido como tú solo.
-         Gail  --  intervino Mael  --  haciendo un gran esfuerzo, puedo llegar a entender que te sientas así, pero estoy de acuerdo con ellos.  Como bien sabes, yo no tuve hermanos pero ustedes lo son, no solo por el cariño que nos une desde hace siete años, sino porque de no haber sido por Iván, yo ni siquiera tendría un hogar, o tal vez sí, pero no a lado de las personas que amo.
Cuando Mael hizo silencio, Sam se aproximó a Gail y se paró en frente de él.
-         Como dijo Mael, podemos hacer un gran esfuerzo para entenderte, y requerimos de ese esfuerzo, porque por mucho que hayamos sido testigos de lo sucedido, nunca podremos decir que “sabemos” cómo te sientes  --  le dijo  --  Pero piensa Gail, mira cómo estamos justo ahora. Imagínate cómo pudieron haber estado las cosas en aquel entonces. Nuestros padres muertos, Giulian desaparecido, Sabrina muerta también y tu madre absorbida por Bastian ¿Qué habrías hecho tú? ¿Le habrías dado la espalda a tu raza para ir a esconderte?  --  le preguntó  --  Perdóname pero aunque me lo juraras, no te creería ¿Y sabes por qué no lo haría? Porque eres el hijo de Iván Natchzhrer, y jamás permitirías que alguien como Bastian O’Neill, siguiese cometiendo asesinatos impunemente, ni actos de extrema barbarie y crueldad como los cometidos con Giulian. Porque por tus venas corre la misma sangre del hombre que se niega a hacerse el ciego ante la injusticia. El hombre capaz de renunciar a todo, para luchar contra ese estado de cosas. El hombre que te ha amado tanto, como para renunciar a estar a tu lado todos los días, por la posibilidad de que vivas en un mundo mejor  --  hizo una pausa y lo miró  --  Yo no conozco al hombre que describiste anteriormente, yo conozco es al hombre desinteresado y leal, al hombre capaz de amar más allá del amor. Al hombre que nos ha brindado el hogar que Bastian nos arrebató. Al que nos ha dado la oportunidad de tener unos hermanos maravillosos como tú y como Mael. Ese es el hombre al que yo conozco. Puedo entender tu dolor, pero no lo juzgues desde ese dolor  --  se detuvo un momento y tomó las manos de Gail  --  Bastian se encargó de dejarnos sin nuestros padres, pero la vida nos premió con uno como Iván. Sé que en realidad lo amas y estás orgulloso de él, porque si no fuese así, me sentiría sumamente decepcionada y no serías la persona que creo conocer, si no estás tan orgulloso y no lo amas como lo hacemos nosotros.
En cuanto ella hizo silencio, el dique que con tanto esfuerzo retenía las lágrimas de Gail, cedió y éstas se desbordaron. Sam lo abrazó y él se refugió allí tratando de contener todo aquel dolor, aquella rabia, y aquel deseo de venganza en contra de quien les había hecho todo aquello.
-         Llegará el momento Gail  --  el dijo ella sabedora de lo que él pensaba  --  pero piensa primero en desechar esas ideas acerca de Iván. Todo lo que se vieron obligados a hacer, todo lo que se vieron obligados a callar, tanto tus tíos, como él, fue en beneficio de tu propia seguridad y futuro.
-         Eso es cierto.
Aquella voz los había sorprendido haciendo que se volvieran, y sus ojos tropezaron con los cuatro Arzhaelíes que los miraban desde la puerta.
Mientras que todos los chicos corrieron hacia ellos, Gail se quedó clavado en el piso y cerrando los ojos, bajó la cabeza preguntándose desde cuándo estaba su padre allí, y si había escuchado todo su venenoso discurso. Pero cuando finalmente tuvo el valor de abrirlos, encontró a Iván frente a él con los ojos llenos de lágrimas. Ya se sentía bastante mal, sin  necesidad de ver a su padre llorando por su estupidez.
-         Perdóname hijo  --  dijo Iván antes de que Gail lograse hilvanar un pensamiento coherente para expresar su arrepentimiento  --  habría preferido morir, antes que causarte este enorme dolor. Te juro que de haber sido posible, nunca te habría alejado de mí. Entregarte a aquellas personas, por muy buenas que fuesen, y por mucho que supiese que estarías a salvo, fue la cosa más dura que me ha tocado hacer jamás. Mi corazón se hizo pedazos el día que tuve que dejarte, pero me juré que si había tenido que pasar por ese dolor, quien había sido el responsable del mismo, y de tantos otros, tendría en mí a uno de sus peores enemigos, y que no descansaría hasta librar al mundo de ese mal nacido. Tal vez haya sido demasiado arrogante al adjudicarme esa tarea, pero no podía permitir que un sujeto como ese, siguiera robándole el futuro no solo a ti, sino a todos  --  hizo una breve pausa antes de continuar  --   Nunca quise mentirte, pero juzgué tal vez equivocadamente, que  manteniéndote alejado de una verdad tan espantosa, te protegía también a nivel emocional, pero olvidé que una mentira, sea cuales fueren las intenciones al decirla, nunca puede ser mejor que la verdad. Porque la verdad puede doler una vez y por un tiempo, pero las mentiras dolerán cada vez que sean recordadas. Entiendo que no puedas perdonarme por lo que hice, pero al menos intenta entender que lo hice en nombre del amor.  
Gail sentía que si su padre decía una sola palabra más, su corazón se abriría a la mitad. Pero no siendo capaz de decir nada, simplemente lo abrazó y lloró como un niño pequeño. Después de vario minutos de llanto incontrolado, fue que pudo levantar la cabeza
-         Perdóname papá, no quise decir nada de eso

-         Aunque así haya sido, ya estabas perdonado antes de decirlo.

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