Ninguno lo es...

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viernes, 2 de mayo de 2014

LA MAGIA DE ARZHVAEL El Inicio - Cap. 21 -

CAP. 21  AUSENCIA

A pesar de que la señora McKenzie era muy atenta y trataba a los niños con especial cariño, Samantha sobre todo, echaba mucho de menos a los Natchzhrer y a Vlad, pero especialmente a Iván, con quien había desarrollado un estrecho lazo de afinidad.
Durante esas vacaciones, Diandra tuvo que quedarse en casa de sus tíos, porque sus padres estaban en uno de sus frecuentes viajes, y el lugar al que habían ido, según le informó su tío, era especialmente peligroso, por lo que decidieron dejar a la chica con sus tíos. Aquello era algo que ya había ocurrido en otras ocasiones, pero en aquella oportunidad Diandra no estaba especialmente feliz, ya que se veía obligada a ver a Danny con más frecuencia de la que le habría gustado.
Las chicas compartían la habitación de Aderyn, y la noche anterior a su cumpleaños, Sam estaba terriblemente triste, luego de que sus amigas se quedaron dormidas, se levantó y bajó al estudio. Tenía intenciones de leer un poco, pero notó que había luz en él, y supuso que Will estaría allí, de modo que se devolvió para no molestarlo. Pasó por el Salón y abrió la puerta que daba al jardín. A pesar de que iba abrigada sintió el frío helado, y aunque el invierno escocés no era como en Helgard, cuyas temperaturas eran extremadamente bajas, se arrebujó más en su abrigo.
Sin darse cuenta, comenzó a llorar. Se llevó la mano al colgante y de pronto tuvo una idea.
-         Akil  --  llamó
-         ¿En qué puedo ayudarte?  --  preguntó el Djinn una vez materializado
-         ¿Puedes llevar un mensaje?
-         Naturalmente, solo dime a quién, y qué debo decirle.
El rostro de la niña se ensombreció. En realidad no tenía idea de dónde estaba Iván en aquel momento, y supuso que no tenía caso.
-         Lamento haberte molestado Akil, realmente no sé dónde está la persona a la que quería enviar el mensaje  --  le dijo con pena
-         Eso carece de importancia  --  dijo él  --  solo dime de quién se trata.
-         ¿Puedes encontrarlo?
-         Por supuesto.
El rostro se le iluminó de nuevo.
-         El mensaje es para Iván, dile que…  --  pero qué decirle  --  dile que lo extraño mucho.
-         ¿Eso es todo?  --  quiso saber el Djinn, y ella asintió con los ojos llenos de lágrimas de nuevo  --  Bien, regresaré en seguida.
Sam miró hacia el cielo, y recordó las noches en el orfanato, cuando se tumbaba en la hierba a ver las estrellas, esperando ver a sus padres. Perdió la noción del tiempo, pero no creía que hubiese pasado mucho, cuando sintió una presencia a sus espaldas, pensó que la señora McKenzie o alguno de los chicos la habían encontrado y la enviarían dentro. Con cuidado se giró.
Estaba a punto de hablar, pero una mano se cerró sobre sus labios. Tenía los ojos desmesuradamente abiertos, pero asintió cuando el hombre le hizo un gesto de silencio. Con la misma mano que la había silenciado, la elevó hasta sus ojos y los cerró. Colocó un dedo en medio de ellos, y Sam tuvo la misma sensación poco agradable de estar girando a una velocidad extrema y luego todo cesó.
Abrió los ojos, miró a su alrededor pero no reconoció el lugar. Sin embargo, aquello no le importó en lo absoluto y se lanzó en los brazos de Iván. Y aunque estaba feliz de verlo, no podía parar de llorar.
-         Ya linda, pensaré que no te alegra verme  --  dijo él
-         ¿Cómo puedes decir eso?  --  preguntó ella entre sollozos  --  Gracias por venir, te he echado mucho de menos.
-         Te dije que siempre que me necesitaras, vendría.
Un poco más calmada, lo miró bien. Estaba más delgado y llevaba barba. También notó que se veía cansado.
-         ¿Cómo estás?  --  le preguntó
-         Bien linda ¿Y tú? ¿Lo están pasando bien?  --  quiso saber él
-         Sí, los McKenzie son unas personas maravillosas, pero no son ustedes  --  reconoció ella
-         Lamento que hayamos tenido que dejarlos por tanto tiempo, Sam  --  se disculpó
-         ¿Aún tardarán mucho en volver?
-         No lo sé, linda  --  dijo  --  Pero hacemos lo posible por apresurarnos.
Conversaron un rato más, hasta que Iván notó que Sam se estaba quedando dormida sobre su pecho.
-         Vamos linda, es hora de volver  --  le dijo
Cuando estuvieron de nuevo en el balcón, Iván la abrazó despidiéndose.
-         ¿Cuándo los veremos?  --  le preguntó Sam
-         No lo sé, pero como te dije, hacemos lo posible por concluir lo antes posible  --  le dio un beso en la frente  --  Ahora ve adentro y descansa
Ella asintió y volvió la espalda, pero él la detuvo.
-         Sam  --  ella se volvió de nuevo  --  ¡Feliz Cumpleaños!
Sam sonrió y corrió de nuevo a abrazarlo.
-         Gracias, por haber vendió justamente esta noche  --  le dijo
Pero cuando él iba a contestar sintió que alguien se acercaba
-         Debo irme, nadie debe saber que estuve aquí, se supone que estoy muy lejos ¿bueno?  --  dijo con voz apremiante y desapareció.
-         ¿Sam?
Ella se volvió para encontrarse con Kenny.
-         ¿Qué haces aquí a estas horas?  --  preguntó él  --  ¿Quieres pescar una pulmonía?
Se quitó su chaqueta y se la puso a la niña sobre los hombros.
-         No es necesario Kenny  --  dijo ella  --  ya voy a entrar.
-         ¿Por qué no estás durmiendo?
-         No tenía sueño, y salí un rato.
-         Pues no deberías con este frío, nena  --  dijo él  --  vamos es mejor entrar ya.
Ambos entraron y él se aseguró de que entrase a su habitación, y luego se fue a la suya.
Ese año la señora McKenzie les organizó una linda celebración de cumpleaños. Mael vino al igual que Enid, la niña Elfa con la que habían hecho amistad.
La navidad fue igualmente divertida, y aunque los chicos echaron de menos a los Natchzhrer y a Vlad, lo pasaron bastante bien.
Cuando se acercaba el momento de volver a la escuela, la señora McKenzie los llevó Helgard, para adquirir todo lo necesario para el nuevo año, así como nuevos uniformes, ya que los chicos estaban creciendo apresuradamente.
Los McKenzie fueron a dejarlos en la terminal, pero aquel año tenía dos circunstancias que lo hacían diferente a los anteriores. La primera, para los chicos porque no estaban sus parientes. Y la segunda, para Aderyn que lloraba amargamente, ya que era el primer año que viajaba sin su hermano.  Es cierto que parecían perros y gatos, pero la verdad era que la niña adoraba a Kenny.
Se despidieron de los McKenzie, agradeciéndoles nuevamente su amabilidad y hospitalidad, durante todo aquel año. Anne abrazó a los chicos y los llenó de besos como lo hacía con sus hijos, cosa que puso muy incómodo a Danny, quien trató de desembarazarse de la mujer lo más pronto que pudo, mientras Gail reía con disimulo. Cuando se despedían de los hermanos mayores, Danny tuvo un momento de pánico.
-         Danny, Gail  --  dijo Jonathan  --  ahora que Kenny no estará en la escuela, esperamos que ustedes sean nuestros ojos.
-         ¿Qué?  --  dijeron los chicos al unísono
-         Ahora ustedes velaran porque nuestras chicas estén protegidas  --  agregó Peter
Pero si a ellos les sorprendió aquello, Diandra estuvo a punto de morir.
-         ¡Lo último que quiero en la vida, es que este idiota vaya tras de mí! --  gritó la niña furiosa
Tanto Peter como Jonathan, prorrumpieron en sonoras carcajadas. Ambos, al igual que el resto de la humanidad, habían notado la antipatía que había entre ellos, y lo que dijeron, lo hicieron justamente para molestar a su prima.
En ese momento llegó Mael, saludó a los McKenzie y se volvió hacia Sam.
-         ¿Lista?  --  preguntó extendiendo su mano
Sam le sonrió y comenzaron a caminar hacia la salida. Peter la llamó, y ella se regresó.
-         Mmmm… me parece que estás aún muy chica para…
-         ¡Peter McKenzie!  --  exclamó Anne interrumpiendo al payaso de su hijo
Sam sonrió y se fue con Mael. Pero nadie notó la sombría mirada de Kenny. Aunque Peter había dicho aquello solo por molestar como era su costumbre, el menor de los McKenzie ya miraba con preocupación aquel apego de Mael.

*******************************

Eve y Vlad, caminaban por un sendero alejado unos cuantos kilómetros del poblado.  Esperaban que en aquella ocasión, sus informes fueran más acertados que en las anteriores. Avanzaban con cierta dificultad, aparate de lo accidentado del terreno, las bajas temperaturas de aquel lugar, habían dejado una fina capa de hielo sobre el mismo.
-         Justo ahora  --  dijo Vlad, con fastidio  --  es cuando me sería de gran utilidad mi Glide.
-         Claro, en un lugar donde cualquier Firbolg podría verte.
-         Vamos, Eve  --  dijo mientras la sostenía por el brazo evitando que cayera  --  ¿crees realmente que haya alguna criatura que se aventure por estos lugares?
-         Nosotros lo estamos haciendo ¿no?
-         ¡Ah! Pero es que nosotros tenemos espíritu suicida  --  dijo sonriendo
-         Vladimir Cornwall ¿podrías ser serio alguna vez en tu vida?  --  dijo ella malhumorada
Pero solo consiguió que el otro riera con más ganas. En cierta forma, y aunque peleaba con él, le gustaba verlo sonreír, porque le recordaba tiempo más felices, cuando Giulian estaba con ellos y ambos eran los payasos del grupo. Pero en ese momento estaba realmente preocupada. La búsqueda de aquel hombre, ya les había tomado casi un año, y no habían dado con él. En su última comunicación con Eowaz, éste había insistido en la importancia de esto, ya que de él dependía la interpretación de la predicción de Delos, y mientras más tiempo pasase, menos tiempo tendrían para prepararse.
De pronto Vlad se v io detenido por una fuerza invisible.
-         ¿Qué sucede?  --  preguntó Eve
-         No lo sé  --  dijo él  poniéndose de pie, ya que había caído hacia atrás  --  parece como si hubiese chocado contra algo
Una vez de pie intentó avanzar de nuevo, con el mismo resultado.
-         Un momento  --  dijo Eve  --  Eowaz me lo advirtió, debemos estar muy cerca
-         Eve ¿podrías explicar de qué hablas?
-         Lo encontramos Vlad  --  dijo ella emocionada
-         Bien, pero eso no…
-         Verás, Eowaz me dijo que solo yo podría hablar con él  --  explicó ella  --  es por eso que no puedes avanzar.
-         ¡Genial!  --  exclamó Vlad  --  ¿Y qué se supone que haga mientras tú hablas con este misántropo?
-         Me esperaras aquí, como el caballero que eres  --  dijo ella riendo y comenzó a alejarse
-         ¡Fantástico!  --  dijo Vlad, mientras sacaba su Athame y creaba un círculo mágico a su alrededor para evitar sorpresas.
Eve se alejó a toda prisa pero poniendo la mayor atención y con todos sus sentidos alertas.  Unos pocos pasos más allá, sintió la presencia y se detuvo. Miró con atención a su alrededor pero aún no se había hecho visible.
-         Hälsningar Pani Wampir  --  escuchó a su derecha aún sin ver nada
-         Hälsningar min herr Enored  --  respondió ella
Unos segundos después la figura de un hombre se materializó ante ella. A pesar de que Eve no tenía una idea preconcebida de lo que iba a encontrar, se sorprendió al ver al hombre, ya que era uno de los más ancianos que había visto en su vida, por lo que dedujo rápidamente, que aquel sujeto llevaba mucho tiempo de vida, para haber alcanzado aquel aspecto.
-         Así es  --  dijo él  --  son muchas lunas Wampìr
Eve se sintió apenada, pero no era común que nadie viese de aquel modo sus pensamientos, salvo su hermano.
-         Señor  --  dijo decidiendo ir directamente al grano  --  estoy aquí porque…
-         Sé por qué estás aquí  --  la interrumpió él y al mismo tiempo extendió la mano
Eve coloco el pequeño cilindro que le había dado Eowaz, en la palma de la mano del anciano, y esperó.  Después de pasado un tiempo, que ya consideraba excesivo, se decidió a hablar.
-         Si lo desea, puedo venir luego por la respuesta  --  dijo
El hombre abrió lo ojos, y por un momento ella creyó ver un brillo divertido en sus ojos.
-         La impaciencia es un peligroso enemigo  --  le dijo  --  todo sucede cuando debe, ni antes, ni después. Aquellos que creen que apresuran los eventos, solo corren ciegamente hacia el error y hacia su propia destrucción.
Después de esto, Eve decidió guardar respetuoso silencio, y tener paciencia, ya que evidentemente no le habían dado permiso para marcharse. No supo cuanto tiempo pasó, pero finalmente el anciano volvió a abrir los ojos y la miró.
-         Entrégale esto a tu señor  --  le dijo, poniendo el tubo nuevamente en manos de Eve
Pero ella se fijó que esté había cambiado de color. Originalmente era un cilindro de color ámbar, y ahora su color se había tornado magenta.
-         Gracias  --  dijo ella, y comenzó a alejarse
-         Wampir  --  la llamó él  y se detuvo  --  Es inútil la espera. Lo que no te ha pertenecido nunca, nunca te pertenecerá. No siempre encontramos lo que esperamos, y no siempre esperamos lo que encontramos. El espíritu es eterno, pero los cuerpos no. Tomar decisiones oportunas y asertivas,  en el espacio y en el tiempo, evita dolor y sufrimiento.
Eve escuchó y aunque intentó darle un sentido a aquello, no lo consiguió.
-         Ya lo entenderás, cuando estés preparada para ello  --  le dijo el anciano  --  Vaarwel
-         Vaarwel  --  se despidió ella, pero ya el individuo había desaparecido
Caminó a toda prisa hacia el lugar donde había dejado a Vlad, que debía estar de muy mal humor, después de tanto tiempo de espera. Llegó hasta él, esperando la lluvia de protestas.
-         ¿Qué sucedió?  --  preguntó Vlad 
-         Lo siento, no es mi culpa  --  comenzó a disculparse ella  --  ya sabes que…
-         Eve  --  la interrumpió él  --  ¿Estás bien?
-         Claro  --  le contestó ella mirándolo con extrañeza
-         Bien, ahora con calma, explícame qué sucedió ¿por qué te devolviste así?
-         ¿Así cómo?  --  preguntó ella cada vez más extrañada
-         Eve, acabas de ir a buscar al tal Argantel, y de pronto te devuelves, así que no me digas que no sucede nada.
Eve lo miró confundida, ya que ciertamente había ido y lo había encontrado. De modo que no pudiendo explicar lo sucedido, optó por decirle a Vlad lo que sabía.
-         Vlad, fui y “hable” con él  --  y el mostró el cilindro
-         ¡Vaya!  --  exclamó él  --  De manera que aparte de interpretar predicciones, también manipula el tiempo.
-         No lo sé, pero te aseguró que estuve horas allí  --  insistió Eve
-         En cualquier caso me alegra que no hayan sido horas para mí  --  dijo él riendo
-         Vámonos, debemos avisar a Eowaz y quiero saber de Iván hace ya muchos días que no sabemos nada.
Vlad en seguida cambió su expresión, ya que también estaba preocupado por su amigo. De modo que emprendieron el regreso, a toda prisa.

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Durante el último año, Iván se había desempeñado como un miembro del Departamento de Seguridad de Estado, gracias a los arreglos que había hecho Dorila. En él tenía acceso a información importante en cuanto a las actividades de Nurión. Sin embargo, hasta el momento y aunque las sospechas eran grandes, no se había podido demostrar la participación directa o la responsabilidad de Nurión, en los hechos acaecidos y que habían bañado de sangre ciertos países.
Por el momento se encontraba investigando a un pequeño país en Europa oriental, que estaba a punto de entrar en conflicto con otro por un asunto de delimitación de fronteras.
Desde la posición que había alcanzado Nurión, en la Conferencia Internacional de Naciones, se suponía que debía mediar en aquella clase de conflictos, pero ellos sabían perfectamente que utilizaba su poder para crear el caos.
Iván se detuvo en una línea del informe que estaba revisando, y después de leerla un par de veces, busco apresuradamente otra carpeta y sacó otro fajo de papeles. Después de compararlos, se levantó con expresión de horror.
Después de tomarse un minuto para tranquilizarse, corrió las persianas de su oficina y le puso pasador a la puerta. Volvió a sentarse, y formó en sus manos aquella especie de bola neblinosa que utilizaba para comunicarse.
-         Eowaz, es imperativo que reúna al Consejo y localice a Eve y a Vlad  --  dijo con premura  --  estaré allí a la medianoche
Luego de esto, puso un poco de orden en su escritorio y se dirigió a la salida. No sabía si volvería a aquel lugar, no después de lo que tenía que informar al Consejo, porque a partir de ese momento, toda la fuerza tendría que ponerse en movimiento, y rogaba porque Eve hubiese encontrado a aquel individuo y tuviese la interpretación de la predicción. Pero más aún, que en su contenido estuviese la clave para detener aquello.





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