CAP. 12 CAMINO A LA ESCUELA (2)
Danny había tenido oportunidad
de viajar con sus padres adoptivos un par de veces, pero en ambas ocasiones, lo
habían hecho en avión. Sin embargo, Sam nunca había ido muy lejos del orfanato,
y las pocas veces que los habían sacado, había sido en coche. De modo que para
ambos chicos, subirse a un barco era una experiencia nueva.
Los guiaron a todos hacia la
cubierta, y desde allí pudieron ver la terminal, y tras los cristales las
figuras de los padres que despedían a sus hijos. Buscaron con la mirada, y ya estaban
a punto de darse por vencidos, cuando localizaron las figuras de Iván, Eve y
Vlad. Agitaron sus manos en señal de
despedida, y pocos minutos después la nave comenzó a moverse. Aunque nunca se
habían subido a un barco les pareció que se movía extraordinariamente rápido,
porque apenas habían pasado unos pocos minutos y ya habían perdido de vista la
terminal. Una voz les ordenó entrar, y así lo hicieron. Luego de esto, las
puertas se sellaron.
Decidieron ir en busca de un
lugar donde acomodarse. No tenían idea
de cómo podía ser un barco por dentro, pero desde luego, lo que estaban mirando
se asemejaba más a una casa muy grande, que a un transporte. Había varios
pasillos y en ellos había una serie de salones. La mitad de la división de los
mismos era de cristal, igual que las puertas de acceso. De modo que podían ver
el interior de cada salón. Encontraron uno vacío y se introdujeron en él.
Estaba amueblado con varios sillones, una mesa y una pequeña estantería con
libros, cosa que agradó mucho a Samantha.
Los chicos se acomodaron en la
mesa y sacaron el tablero de Vliegend, mientras que Sam tomaba un libro de la
estantería y se sentaba junto a una ventana. La mañana transcurrió con
tranquilidad, y el ambiente solo era alterado por los eventuales gritos y
maldiciones de los chicos y su juego. Cerca de mediodía, por fin dejaron
aquello y decidieron salir a “explorar” un poco. En principio Sam no quería ir, pero los
chicos la convencieron con el argumento de que se acercaba la hora de la
comida.
Abandonaron el piso de los
salones y subieron a la planta siguiente.
Se sorprendieron al notar que el aspecto general del lugar, no difería
mucho del de un concurrido Mall. Había
pequeños puestos donde expendían dulces, libros y revistas, helados, etc. Al
final de todo, estaba un amplio comedor, los chicos escogieron una mesa un
tanto alejada, ya que el lugar ya estaba bastante lleno cuando ellos llegaron.
Mientras comían, Sam tuvo la
desagradable sensación de ser observada. Con el mayor disimulo volvió la cabeza
en dirección a la mirada que estaba sintiendo, para encontrarse con unos fríos
y translúcidos ojos verdes. Aún tenía
muy vivo el recuerdo de aquellos ojos, solo que ahora se encontraban en un
rostro mucho más pequeño. Quien la miraba era el hijo de Kristof Lery, que al
igual que su padre, poseía la misma mirada fría. Estaba en compañía de dos
niñas y dos niños, pero aunque ellos hacían evidentes esfuerzos por llamar su
atención, él parecía no estar interesado en la conversación general.
Terminaron de comer y
abandonaron el Comedor. Danny y Gail querían ir a curiosear por el barco, pero
Samantha decidió volver al Salón a seguir leyendo. De modo que los niños la
acompañaron hasta él, y luego regresaron arriba. Aproximadamente una hora
después, Sam se tensó. Apartó sus ojos del libro y puso sus sentidos alerta.
Unos segundos después apareció en la puerta el hijo de Lery. Samantha se puso lentamente de pie y fijó su
mirada en él. Venía en compañía de las mismas personas con las que lo había
visto en el Comedor.
-
¿Hay algo que tengan que hacer aquí?
-- preguntó
-
Es posible -- dijo él
Las niñas la miraban con desdén,
mientras que los niños lo hacían con indiferencia y casi con fastidio.
-
Bien, si tomas una decisión al respecto, me lo haces saber --
dijo ella, volviendo a tomar asiento, y decidida a ignorarlo
Por un momento el niño lució
desconcertado, pero pareció recuperarse y avanzó un par de pasos.
-
Creo que no sabes quién soy ¿verdad?
-
Oh, sí -- dijo Sam sin levantar los ojos de su
libro -- creo que estábamos en el mismo lugar cuando
tu padre fue echado del mismo.
La expresión del niño cambió
bruscamente, y la sonrisa burlona que había tenido hacía un momento, se
transformó en una mueca de ira. Sin embargo, de algún modo logró disimularlo.
-
Creo que hemos comenzado mal
-- dijo y extendió su mano -- Mi
nombre es Frieg Lery.
Samantha había levantado la
mirada, y vio la sonrisa en los labios del niño, pero esta no llegó a sus ojos,
que seguían emitiendo una clara señal de antipatía.
-
Te conviene aceptar mi amistad
-- le dijo él, al notar que la
niña no reaccionaba -- podría hacerte la vida muy difícil si decides
ser mi enemiga.
-
¿Crees que amenazándome es la mejor forma de ofrecer amistad?
-
Cuidado Douglas, podrías descubrir algo tarde tu error --
dijo y dio otro paso hacia ella
Samantha se había puesto de pie
de nuevo, pero no se movió.
-
Y yo en tu lugar no daría un paso más
-- le dijo
El niño rio de forma
desagradable, y decidió avanzar, pero algo en la mirada de ella, lo hizo
detenerse bruscamente.
-
¿Qué sucede aquí?
Los niños giraron la cabeza con rapidez, para
encontrarse con un chico de unos dieciséis años, alto de cabello rubio y ojos
azul claro que los miraba en forma inquisitiva. Frieg fue el más rápido en
reaccionar.
-
Nada, solo nos estamos conociendo
-- dijo
El muchacho miró a Samantha,
quien movió la cabeza negativamente, en forma casi imperceptible.
-
Ya tendrán oportunidad de conocerse en el Colegio, vuelvan a su
salón -- y al ver que no se movían
agregó -- ¡Ahora!
Frieg lo miró con ira, pero no podía negarse, era
evidente que aquel muchacho tenía algún tipo de autoridad, y no quería buscarse
problemas. De modo que hizo un gesto a sus acompañantes y abandonaron el salón.
-
¿Estás bien? -- le preguntó el muchacho a Samantha
-
Sí, gracias.
-
¿Los conoces?
-
No realmente, y no deseo modificar eso
-- dijo ella
El chico la miró un momento, y
luego le sonrió.
-
Mi nombre es Kenneth McKenzie
-- se presentó aún sonriente -- y
tu eres…
-
Samantha -- dijo ella
-
Bien, Samantha sin apellido
-- dijo de forma intencional --
¿Viajas sola?
Ella lo miro un momento antes contestar y llegó a varias
conclusiones. Entre ellas que podía confiar en aquellos ojos. De modo que se
decidió a responder.
-
Douglas -- dijo
-- Samantha Douglas, y no, no
viajo sola, mi hermano y un amigo viajan conmigo.
El chico abrió mucho los ojos, y
Samantha dudó de su decisión, al tiempo que se preguntaba si no había más
Douglas en ese país.
-
¿Douglas has dicho?
-
Sí -- dijo sencillamente
-
¿Quiénes son tus padres?
-- preguntó con cierta duda
-
Daniel y Amy Douglas.
-
No puede ser -- dijo él
-- Ellos tuvieron un hijo, un
varón.
-
Pues te tengo noticias señor McKenzie
-- dijo ella -- no
fue uno, fuimos dos, gemelos para ser exactos.
-
¡Por el tesoro del gran Druida!
-- exclamó Kenneth, después de un
momento de silencio -- ¿Y dónde está tu hermano? ¿Por qué no está
contigo?
-
Está arriba, debe estar por volver, supongo
-
Me alegra saber eso, señorita Douglas
-- dijo más tranquilo -- la
verdad el papel de “niñera” no se me da muy bien y…
-
No necesito una niñera -- dijo ella en forma airada, pero antes de
continuar se dio cuenta que el chico sonreía.
-
Cálmate, solo bromeo -- dijo risueño
-- en realidad iba a pedirte un
favor, pero ya que estás acompañada entonces no te molestaré. Fue un placer
conocerte señorita Douglas.
Y comenzó a marchar hacia la
salida.
-
Espera -- lo llamó ella --
¿Qué ibas a pedirme? ¿Y por qué
no puedes hacerlo?
-
Tengo un hermanita pequeña, como tú, así que iba a proponerte que se
hicieran compañía, pero ya tú estás acompañada, así que…
-
Sería muy agradable conocer a tu hermana, y si te fijas bien, en este
momento no tengo mucha compañía -- le dijo burlona
El pareció pensarlo un momento y
finalmente asintió.
-
De acuerdo, voy por ella, no me tardo
-- le aseguró
Y efectivamente no se tardo más
que unos pocos minutos. Llegó en compañía de una niña muy bonita, de la misma
edad de Sam, tal y como había dicho. Tenía el cabello rubio, y los ojos
idénticos a los de su hermano.
-
Ella es mi hermana Aderyn
-- le dijo a Samantha, quien le
sonrió de inmediato a la niña -- Aderyn, ella es la señorita Samantha Douglas.
-
Solo Samantha -- le aclaró
-
Bueno ahora las dejo, tengo cosas que hacer ¿de acuerdo?
Las niñas asintieron y él se
marchó. Una vez solas, Aderyn se volvió hacia Sam.
-
Las gracias sean dadas a quien corresponda --
dijo -- lo quiero mucho pero es un real fastidio.
Lo dijo con tanta vehemencia,
que finalmente terminaron riendo las dos.
-
Y dime -- dijo Aderyn una vez que estuvieron
cómodamente sentadas -- ¿En verdad eres la hija de los Douglas?
-
Pues sí.
-
¡Wow! No lo puedo creer -- dijo la niña
-
¿Por qué no?
-
Oh vamos, tus padres son una leyenda, no hay ningún Arzhvael, que no conozca sus
nombres
Samantha la miró con atención, y
pareció llegar a la misma conclusión que con el hermano de la niña. De modo que
decidió habar con franqueza, y le contó cómo y dónde había vivido hasta hacía
algo más de un mes.
-
Entonces -- dijo Aderyn la final del relato -- ¿No
sabías nada, de nada?
-
No, nada -- dijo ella con cierta tristeza -- ni
mi hermano tampoco.
-
Lo lamento Sam -- dijo la niña con sinceridad --
pero no te preocupes, yo te puedo contar lo que sé, y puedes preguntar
lo que quieras, que yo trataré de ayudarte.
-
Gracias -- le sonrió agradecida --
Podrías empezar por decirme ¿por qué mis padres son una leyenda?
Pero antes de que la niña
pudiese decir nada más, Danny y Gail hicieron su aparición. Venían cargados de
dulces y riendo, pero ambos se detuvieron e hicieron silencio al ver a la
visitante. Danny fue el primero en reaccionar volviéndose hacia su gemela.
-
¿Y bien?
-
Aderyn -- dijo Sam
-- él es mi hermano Danny
-
¡Increíble! -- exclamó ella viendo al uno y al otro
-
¿Qué es tan increíble? -- preguntó Danny con su habitual “delicadeza”
-
Nunca había conocido gemelos
-- contestó Aderyn --
son… idénticos
-
Por eso se…
Pero Sam lo cortó antes de que
dijera algo desagradable.
-
Y este es nuestro amigo Gail Natchzhrer --
dijo señalando a Gail
-
¿Natchzhrer? -- preguntó con los ojos muy abiertos -- ¿De
“esos” Natchzhrer?
-
Bueno, como no conozco a otros, supongo que sí --
contestó Gail
-
¡Vaya! -- exclamó la niña --
Diandra no estará nada feliz de haberse perdido este viaje.
-
¿Y quién es Diandra? -- preguntó Sam
-
Es mi prima, tiene mi misma edad y se suponía que debía estar aquí,
pero su viaje se retrasó, de modo que sus padres la llevaran directo a
Develieng.
Los niños se acomodaron en los
sillones y les ofrecieron los dulces a las niñas.
-
Y bueno -- dijo Sam
-- ¿Me dirás ahora por qué
nuestros padres son una leyenda?
Aderyn miró a Gail con
curiosidad. Podía entender que Samantha y su hermano no supiesen nada, dada la
historia que ella acababa de contarle, pero no creía que fuese el caso de
Gail. Sin embargo, el chico parecía tan
interesado como los gemelos.
-
En primer lugar -- comenzó Aderyn --
porque ellos, junto con los Cornwall y los Natchzhrer, pasaron a formar
parte del Gran Consejo, prácticamente al salir de la Escuela --
miró a Gail, y agregó -- pero imagino que eso ya tú lo sabías ¿no?
-
Pues la verdad no -- dijo el chico, y era cierto, ni su padre ni
su tía lo habían mencionado nunca.
-
¿Y eso qué tiene de particular?
-- preguntó Danny
-
Que nadie con menos de 100 años, había sido miembro del Gran Consejo
nunca --
dijo ella -- de modo que han sido los Arzhaelíes más jóvenes en lograrlo.
-
Bueno, ciertamente ahora todos los miembros tienen menos de eso --
aseguró Danny
-
Claro que no -- lo contradijo Aderyn
-
Escucha, nosotros estuvimos allí hace poco, así que no me digas que
no --
porfió él -- creo que el mayor es Eowaz y desde luego no tiene
100 años.
Aderyn rió y Danny la miró mal.
-
Para tu información, Eowaz O’Malley tiene 270 años --
dijo ella con suficiencia
-
¿Qué? -- preguntó Samantha --
estás bromeando ¿verdad?
-
Claro que no -- dijo Aderyn
-- Leomer es un poco más joven --
agregó -- tiene alrededor de 210 años.
Danny y Samantha tenían las
bocas abiertas. Si bien es cierto que no habían prestado mayor atención, según
lo que podían recordar, aquellos hombres parecían quizá unos abuelos, pero en
ningún caso se habrían imaginado jamás aquellas edades. De pronto un súbito
pensamiento asaltó sus mentes casi al mismo tiempo, y ambos se giraron a mirar
a Gail.
-
¿Qué edad tiene Iván? -- le preguntaron al mismo tiempo
-
Veintiséis -- contestó él
-
Como les dije -- volvió a hablar Aderyn -- sus
padres han sido los Arzhaelíes más
jóvenes en convertirse en miembros del Gran Consejo. Eowaz y Leomer son los únicos mayores que
quedan ahora -- finalizó
Danny y Sam pensaron, que era
mucho lo que les faltaba aún por saber.
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