CAP. 10
NAVIDAD
La mañana de navidad, Vlad y los
Natchzhrer se encontraban en el comedor a la hora del desayuno y los niños aún
no habían bajado.
-
Tenemos que decírselo a Eowaz
-- decía Eve en aquel momento.
-
En cuanto terminemos aquí, Vlad y yo iremos a la Sede --
dijo Iván
-
Si bien es cierto que nunca hemos podido comprobarlo, tenemos muy
pocas dudas acerca de Lery, de modo que los planes de Eowaz de mantener la
aparición de los gemelos en silencio, un poco más de tiempo, se caen --
dijo Eve
-
Tendremos que extremar las medidas de seguridad, faltan cinco semanas
aún para que vayan a Develieng -- decía Iván
-- será mejor que durante ese tiempo,
no salgan de casa.
-
Estoy de acuerdo -- convino Eve y miró a Vlad --
¿Qué te sucede a ti?
-
Pienso en la decisión de Eowaz
-- dijo éste
-
¿Cuál? -- preguntaron los hermanos
-
La de enviar a Delos a Develieng
-- dijo en forma sombría
-
Vlad, sabes que es necesario que uno de nosotros esté allí --
dijo Eve -- y Delos hará bien su trabajo.
-
¿Por qué tiene que ser precisamente él?
-
Vamos Vlad, es hora de que hagan un cese de hostilidades entre
ustedes -- intervino Iván -- Se
avecinan tiempo difíciles y lo sabes, en cuanto Nurión se entere de la llegada
de los niños, hará todo cuanto esté en sus manos para deshacerse de ellos.
Necesitamos trabajar en armonía, o las cosas pueden irnos muy mal.
-
Sí, pero ¿por qué él? -- insistió tercamente Vlad --
Delos es un cretino, y no creo que sea el más indicado para estar cerca
de los gemelos.
-
Delos es un Arzhaelí, Vlad
-- dijo Eve -- y
su prioridad será la protección de los niños.
-
Ninguno de ustedes se fijo en cómo mira a Sam ¿verdad?
-
¡Vlad! -- se escandalizó Eve --
¿Qué estás queriendo decir?
-
Sabes perfectamente lo que quiero decir --
dijo él -- Delos amaba a Amy, y lo saben tan bien como yo
-
Vlad -- intervino Iván con paciencia -- Sam
no se parece en nada a su madre, eso es evidente, así que lo que dices no tiene
ningún sentido, y aunque se pareciese, es solo una bebe.
-
Digan lo que quieran, pero sigue sin gustarme esto, además…
Pero fueron interrumpidos por
los gritos que llegaban desde el salón. Todos giraron las cabezas e hicieron
ademán de levantarse con rapidez, pero luego recordaron el día.
-
Bueno -- dijo Eve
-- comenzó la fiesta.
Se levantaron y fueron hacia el
salón. Llegaron justo en el momento en que Gail estaba abriendo un paquete.
Danny y Samantha estaban de pie tras él y se giraron en cuanto los mayores
entraron.
-
¡Feliz Navidad! -- dijo Eve sonriente -- ¿Y
ustedes qué esperan para abrir los suyos?
-
Si se descuidan, Gail lo hará por ustedes --
dijo Vlad
Danny se agachó con rapidez y
comenzó a buscar, mientras que Samantha seguía inmóvil.
-
¿Qué sucede Sam? -- preguntó Vlad acercándose a ella -- ¿No
tienes curiosidad, por ver tus regalos?
Iván se acercó, se arrodilló
frente a la niña y la abrazó.
-
Nunca más -- le dijo
-- escúchame bien, nunca más te
faltaran.
La niña lo miró y le sonrió a
través de las lágrimas. Mientras un desconcertado Vlad y una no menos asombrada
Eve, miraban la escena. Iván soltó a la
niña, y ésta miró a los otros.
-
Nunca había recibido un regalo de navidad --
dijo -- La señora Pitt, decía que no teníamos derecho
a ellos.
Mientras Eve se secaba las
lágrimas y tomaba la mano de la niña, para conducirla hasta el pie del árbol,
Vlad pensaba, con ira, en mil y una
formas de hacer pagar a aquella desagradable mujer, por tratar de ese modo a
los niños.
Gail y Danny, estaban
emocionadísimos con sus obsequios, los cuales incluían una gran variedad de
juguetes. En aquel momento, Danny miraba con cierto desconcierto una gran caja
que decía en letras azules y plateadas VLIEGEND.
-
¡Wow! -- dijo Gail al verlo --
¡Ábrelo!
Aún no muy seguro, Danny comenzó
a abrir la caja y extrajo lo que parecía la réplica de una pista de carreras de
Fórmula 1.
-
¿Y bien? -- preguntó a Gail --
¿Cómo se supone que funciona esto?
Gail sonrió y se situó a su
lado.
-
Es una pista de Vliegend
-- dijo --
Verás, éstos de acá -- dijo tomando unas figuras -- son
los Speler, los jugadores. Hay cinco por equipo, cuatro Dilynwyr, y un Canllaw.
El Canllaw, generalmente es el
Capitán del equipo, y su responsabilidad más importante es atrapar el Medalje.
-
Espera, espera -- dijo Danny --
comienza por explicar en qué
consiste esto.
-
Bien, todos deben hacer el circuito, y al llegar a la meta, el Canllaw, debe coger el Medalje. Pero no es tan sencillo, en
primer lugar, no es solo volar alrededor de la pista…
-
¿Volar? -- lo interrumpió Danny --
¿Dijiste volar?
Gail rio en forma ruidosa.
-
Danny ¿para qué crees que son las Glide? --
dijo -- Bueno, te sigo explicando. Los jugadores
deben subirse a sus Glide, y en cuanto dan la señal de partida, comienza el
vuelo alrededor de la pista, pero a lo largo de esta hay que vérselas con diferentes
obstáculos además de cuidarse de no ser derribado por los del equipo contrario.
Cada vez que sorteas un obstáculo, obtienes diez puntos, pero si eres derribado
pierdes veinte. ¿Comprendes?
-
Sí, continúa -- dijo el chico
-
Aparte de sortear los obstáculos, y derribar a los contrarios, el
principal objetivo de los Dilynwyr,
es evitar a toda costa que pongan fuera de juego al Canllaw, así como intentar deshacerse del Canllaw, del otro equipo. Para ello, dos Dilynwyr, se ocupan de una cosa, y los otros dos de la otra.
-
A ver -- dijo Danny
-- Dos evitan que derriben al
Capitán y los otros dos intentan derribar al capitán del equipo contrario ¿es
eso?
-
Exacto
-
¿Y por qué es tan importante derribar al pobre individuo?
-
Porque es el único que puede coger el Medalje.
-
Y eso es…
-
Es un Pentagrama de plata con un zafiro en el centro --
explicó el chico -- al atraparlo termina la carrera.
-
¿Qué es un pentagrama, y por qué el Capitán es el único que puede
cogerlo?
-
Una estrella de cinco puntas
-- informó Gail -- y
solo puede cogerla él, porque los demás usualmente no la ven. Verás, para
llegar a ser Canllaw, hay que tener
una visión y una velocidad, extraordinarias porque el Medalje¸ no es muy grande pero sí muy veloz.
-
¿Quieres decir que hay que perseguirlo?
-
No, pero aparece y desaparece a una velocidad endemoniada. La única
ventaja, es que lo hace en un área limitada, es decir, aparece solo sobre la
línea de meta, nunca en ningún otro lugar de la pista. De modo que al acercarse
a la línea de meta, el Canllaw, debe
tener los ojos bien abiertos e intentar mantenerse sobre su Glide.
Danny pensaba que aquello
parecía bastante complicado. No se imaginaba “volando” sobre aquel pequeño
pedazo de metal, intentando no ser derribado de él, y en el caso del capitán
con la responsabilidad de atrapar un objeto difícil de ver.
-
¡Ah! -- dijo Gail
-- y no hay que preocuparse por
el Medalje, en las diez primeras
vueltas, nunca aparece antes de eso.
Genial, pensó el chico, encima
de todo había que sobrevolar aquel circuito con un sinfín de obstáculos, diez
veces antes de tener oportunidad de finalizar aquello.
Mientras Gail le daba todas
estas explicaciones a Danny, Samantha con ayuda de Eve, destapaba sus propios
obsequios. Había unas cuantas muñecas muy hermosas, y varios libros, de
cuentos. Sonrió feliz ante los libros, ya que ninguno era conocido por ella.
Por último reparó en una caja pequeña y cuando la abrió se encontró con un
colgante. La cadena era de oro y el dije era ovalado, de oro también, pero con
incrustaciones de algo que parecían piedras diminutas, que brillaban mucho.
-
Espero sea de tu agrado -- dijo Iván
-
Está precioso Iván, gracias
-- dijo ella --
¿Por qué brilla de esta forma?
-
Es polvo de diamante de las minas de Diemwnt -- contestó él
-- de allí es de donde proceden
los diamantes más hermosos.
La niña volvió a agradecer
emocionada.
Los días siguientes, los pasaron
divididos entre ocasionales conversaciones donde eran informados sobre los usos
y costumbres de su raza, y mientras los chicos jugaban con sus obsequios,
Samantha se sentaba en el estudio en compañía de Iván, Vlad, Eve o sola, a leer
sus libros.
Unos días después de año nuevo,
Eve estaba revisando unos papeles. Vlad e Iván jugaban una partida de ajedrez y
Sam leía, cuando escucharon un estrépito. Todos dejaron lo que hacía y
corrieron. Cuando llegaron al vestíbulo de entrada, vieron a Gail tirado en el
piso con los restos de lo que fuera un jarrón sobre su rubia cabeza, y a Danny
partiéndose de risa.
-
¿Y bien? -- preguntó Iván
-
Un pequeño accidente, papá
-- dijo Gail
-
Eso puedo verlo por mí mismo, Gail.
-
¿Esto tuvo algo que ver?
-- preguntó Vlad recogiendo la
Glide del piso
-
Bueno… -- comenzó el chico
-
¿Has perdido el juicio, Gail?
-- preguntó Eve -- ya
es bastante peligrosa esa “cosa” a campo abierto, como para que también
intentes utilizarla dentro de la casa.
-
Solo intentaba enseñarle a Danny como se utiliza --
contestó él
-
¿Dentro de la casa?
-
Está nevando, tía -- se defendió el chico
-
A ver -- dijo Iván acercándose a su hijo --
¿Estás herido?
-
No, lo creo -- contestó él frotándose la cabeza --
solo fue un golpe
Después de aquello, todos
volvieron a lo que hacían antes de la conmoción, menos Sam se que acercó a
Danny.
-
Espero que no estés pensando en subirte a “eso” -- le
dijo
-
Descuida -- le contestó Danny aún riendo --
prefiero los deportes que se practican con los pies sobre la tierra.
-
Eso no es divertido -- dijo Gail
-
Pero al menos no corren el riesgo de perder estúpidamente la cabeza --
dijo Sam
-
Vamos Sam -- replicó Gail
-- no has visto una carrera de
Vliegend, cuando la veas y te des cuenta del talento que se necesita, y lo
emocionante que es, cambiarás de opinión. te aseguro que es mucho más divertido
que tener la nariz metida en los libros.
-
Talento que desde luego tú no posees
-- dijo ella malignamente, por
burlarse de su gusto por la lectura.
Los días siguientes se
sucedieron sin mayores sobresaltos. Gail parecía haber decidido, que era mejor
esperar a llegar al Colegio, y contar con el espacio adecuado para practicar su
discutible habilidad sobre la Glide.
Iván y Vlad, desaparecieron
durante una semana. Cuando Sam le preguntó a Eve, solo recibió la ambigua
respuesta de que estaban trabajando. Samantha los echaba mucho de menos, y
había adquirido la costumbre, a raíz de su partida, de sentarse en el estudio a
leer hasta muy tarde, con la esperanza de verlos regresar.
A la octava noche, estaba como
siempre leyendo, y de forma inconsciente se llevó la mano al dije del colgante
que le había dado Iván, y comenzó a frotarlo entre los dedos pero unos segundos
después ahogó un grito de espanto. “Algo” estaba saliendo del dije. Era una
especie de niebla, de la que luego, otro “algo” comenzó a materializarse.
Samantha tuvo la intención de
gritar, pero la voz parecía congelada en su garganta. No supo cuánto tiempo transcurrió, hasta que
aquello tomó una forma humana. Según lo que podía ver, y si sus ojos no la
engañaban, era un niño de una edad aproximada a la suya. Él miró a su
alrededor, y luego a ella.
-
¿Luzco bien? -- le preguntó
Aquella pregunta, en opinión de
Samantha, era del todo absurda y fuera de lugar. Sin embargo, detalló al
extraño personaje. Llegó a la conclusión de que era un chico de su misma edad,
y a decir verdad, bastante parecido a ella. Tenía el cabello negro, y los ojos
del mismo color. Se armó de valor, y extrajo su voz del lugar a donde había ido
a esconderse.
-
¿Quién eres? -- preguntó
-
Pues si no quieres darme un nombre
-- dijo el “niño” -- puedes llamarme Akil
-
Bien, Akil -- dijo la niña
-- espero que no me consideres
grosera, pero… -- vaciló un momento --
¿”Qué” eres?
El niño sonrió de forma
encantadora, antes de contestar, aunque la miró con cierta duda.
-
Realmente no lo sabes -- dijo
-
No -- contestó ella, aunque no había sido una
pregunta
-
Soy un Djinn --
dijo él
Esta información no resultó muy
útil a Samantha.
-
Disculpa -- le dijo
-- pero eso es exactamente qué
cosa.
-
No eres muy brillante ¿verdad?
Aquello no le gustó nada a la
niña, porque a decir verdad, se consideraba bastante inteligente. Pero antes de
responder de manera desagradable, pensó un poco. Aquel Djinn, fuera lo que
fuese eso, había aparecido después que ella frotó el dije. A su mente acudieron
rápidamente, los recuerdos de muchas historias.
-
¿Un genio? -- preguntó con precaución y temiendo que el
Djinn se burlase nuevamente de ella.
-
En algunos lugares nos llaman así, sí
-- dijo él
-
¿Eso qué significa? ¿Eres o no eres un genio? -- insistió ella
-
Depende de lo que creas que es un genio --
dijo él
-
¿Me concederás tres deseos?
Akil rió antes de contestar.
-
No -- le dijo
-
¿Y entonces?
-
Hay distintas clases Djinn
-- le dijo -- hay
algunos que pueden conceder deseos, pero hay otros, como yo, que solo estamos
obligados a servir a aquel que nos saca de nuestra prisión.
-
¿Por cuánto tiempo? -- preguntó la niña
-
Tiempo indefinido o hasta que decidan liberarnos --
dijo él con tristeza
A Samantha le dio pena la cara
del Djinn, cuando dijo aquello, y decidió que ella no necesitaba un sirviente.
-
Bueno -- le dijo
-- yo no te necesito así es que
te…
-
¡No! -- gritó el Djinn -- Por
favor, no lo hagas
-
¿Por qué? -- preguntó ella extrañada -- ¿No
quieres tu libertad?
-
Verás -- dijo con más calma -- el
hechicero que me convirtió en Djinn, dispuso que si era liberado,
desaparecería.
Sam se llevó las manos a la boca
horrorizada.
-
Prometo no molestarte -- dijo el Djinn
-- y puedo ser muy útil. Puedo
crear comida, bebida -- y mientras hablaba iba apareciendo lo que
mencionaba -- puedo llevar mensajes a donde me lo pidas…
-
De acuerdo, de acuerdo -- dijo ella
-- no te liberaré.
-
Gracias -- dijo él
-- ahora si no me necesitas,
volveré al dije.
-
¿Y si te necesito alguna vez?
-- pregunto ella --
¿Debo frotar el dije?
-
No, ya no es necesario -- le explicó
-- una vez que alguien lo ha
abierto, en las sucesivas oportunidades, solo basta con que pronuncies mi
nombre. ¿Puedo irme ya?
-
Sí, claro -- le contestó, aunque no veía cuál podía ser la
urgencia de él por regresar a su prisión.
Después de aquel extraño suceso,
Sam se quedó dormida en el mueble y no se enteró de la llegada de Iván y Vlad,
que originalmente era la razón de que estuviese allí. Iván la tomó en brazos y
la subió a su habitación, la cubrió con las mantas, y salió.
-
Se parece mucho a ella ¿verdad?
-- dijo Vlad
-
Sí, sabes que así es -- le contestó
-- pero no es ella --
finalizó con tristeza.
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