Ninguno lo es...

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domingo, 9 de febrero de 2014

LA MAGIA DE ARZHVAEL El Inicio - cap. 10 -

CAP.  10  NAVIDAD

La mañana de navidad, Vlad y los Natchzhrer se encontraban en el comedor a la hora del desayuno y los niños aún no habían bajado.
-         Tenemos que decírselo a Eowaz  --  decía Eve en aquel momento.
-         En cuanto terminemos aquí, Vlad y yo iremos a la Sede  --  dijo Iván
-         Si bien es cierto que nunca hemos podido comprobarlo, tenemos muy pocas dudas acerca de Lery, de modo que los planes de Eowaz de mantener la aparición de los gemelos en silencio, un poco más de tiempo, se caen  --  dijo Eve
-         Tendremos que extremar las medidas de seguridad, faltan cinco semanas aún para que vayan a Develieng  --  decía Iván  --  será mejor que durante ese tiempo, no salgan de casa.
-         Estoy de acuerdo  --  convino Eve y miró a Vlad  --  ¿Qué te sucede a ti?
-         Pienso en la decisión de Eowaz   --  dijo éste
-         ¿Cuál?   --  preguntaron los hermanos
-         La de enviar a Delos a Develieng  --  dijo en forma sombría
-         Vlad, sabes que es necesario que uno de nosotros esté allí  --  dijo Eve  --  y Delos hará bien su trabajo.
-         ¿Por qué tiene que ser precisamente él? 
-         Vamos Vlad, es hora de que hagan un cese de hostilidades entre ustedes  --  intervino Iván  --  Se avecinan tiempo difíciles y lo sabes, en cuanto Nurión se entere de la llegada de los niños, hará todo cuanto esté en sus manos para deshacerse de ellos. Necesitamos trabajar en armonía, o las cosas pueden irnos muy mal.
-         Sí, pero ¿por qué él?  --  insistió tercamente Vlad  --  Delos es un cretino, y no creo que sea el más indicado para estar cerca de los gemelos.
-         Delos es un Arzhaelí, Vlad  --  dijo Eve  --  y su prioridad será la protección de los niños.
-         Ninguno de ustedes se fijo en cómo mira a Sam ¿verdad?
-         ¡Vlad!  --  se escandalizó Eve  --  ¿Qué estás queriendo decir?
-         Sabes perfectamente lo que quiero decir  --  dijo él  --  Delos amaba a Amy, y lo saben tan bien como yo
-         Vlad  --  intervino Iván con paciencia  --  Sam no se parece en nada a su madre, eso es evidente, así que lo que dices no tiene ningún sentido, y aunque se pareciese, es solo una bebe.
-         Digan lo que quieran, pero sigue sin gustarme esto, además…
Pero fueron interrumpidos por los gritos que llegaban desde el salón. Todos giraron las cabezas e hicieron ademán de levantarse con rapidez, pero luego recordaron el día.
-         Bueno  --  dijo Eve  --  comenzó la fiesta.
Se levantaron y fueron hacia el salón. Llegaron justo en el momento en que Gail estaba abriendo un paquete. Danny y Samantha estaban de pie tras él y se giraron en cuanto los mayores entraron.
-         ¡Feliz Navidad!  --  dijo Eve sonriente  --  ¿Y ustedes qué esperan para abrir los suyos?
-         Si se descuidan, Gail lo hará por ustedes  --  dijo Vlad
Danny se agachó con rapidez y comenzó a buscar, mientras que Samantha seguía inmóvil.
-         ¿Qué sucede Sam?  --  preguntó Vlad acercándose a ella  --  ¿No tienes curiosidad, por ver tus regalos?
Iván se acercó, se arrodilló frente a la niña y la abrazó.
-         Nunca más  --  le dijo  --  escúchame bien, nunca más te faltaran.
La niña lo miró y le sonrió a través de las lágrimas. Mientras un desconcertado Vlad y una no menos asombrada Eve,  miraban la escena. Iván soltó a la niña, y ésta miró a los otros.
-         Nunca había recibido un regalo de navidad  --  dijo  --  La señora Pitt, decía que no teníamos derecho a ellos.
Mientras Eve se secaba las lágrimas y tomaba la mano de la niña, para conducirla hasta el pie del árbol, Vlad pensaba, con ira,  en mil y una formas de hacer pagar a aquella desagradable mujer, por tratar de ese modo a los niños.
Gail y Danny, estaban emocionadísimos con sus obsequios, los cuales incluían una gran variedad de juguetes. En aquel momento, Danny miraba con cierto desconcierto una gran caja que decía en letras azules y plateadas VLIEGEND.
-         ¡Wow!  --  dijo Gail al verlo  --  ¡Ábrelo!
Aún no muy seguro, Danny comenzó a abrir la caja y extrajo lo que parecía la réplica de una pista de carreras de Fórmula 1.
-         ¿Y bien?  --  preguntó a Gail  --  ¿Cómo se supone que funciona esto?
Gail sonrió y se situó a su lado.
-         Es una pista de Vliegend  --  dijo  --  Verás, éstos de acá  --  dijo tomando unas figuras  --  son los Speler, los jugadores. Hay cinco por equipo, cuatro Dilynwyr, y un Canllaw. El Canllaw, generalmente es el Capitán del equipo, y su responsabilidad más importante es atrapar el Medalje.
-         Espera, espera  --  dijo Danny --  comienza por explicar en qué  consiste esto.
-         Bien, todos deben hacer el circuito, y al llegar a la meta, el Canllaw, debe coger el Medalje. Pero no es tan sencillo, en primer lugar, no es solo volar alrededor de la pista…
-         ¿Volar?  --  lo interrumpió Danny  --  ¿Dijiste volar?
Gail rio en forma ruidosa.
-         Danny ¿para qué crees que son las Glide?  --  dijo  --  Bueno, te sigo explicando. Los jugadores deben subirse a sus Glide, y en cuanto dan la señal de partida, comienza el vuelo alrededor de la pista, pero a lo largo de esta hay que vérselas con diferentes obstáculos además de cuidarse de no ser derribado por los del equipo contrario. Cada vez que sorteas un obstáculo, obtienes diez puntos, pero si eres derribado pierdes veinte. ¿Comprendes?
-         Sí, continúa  --  dijo el chico
-         Aparte de sortear los obstáculos, y derribar a los contrarios, el principal objetivo de los Dilynwyr, es evitar a toda costa que pongan fuera de juego al Canllaw, así como intentar deshacerse del Canllaw, del otro equipo. Para ello, dos Dilynwyr, se ocupan de una cosa, y los otros dos de la otra.
-         A ver  --  dijo Danny  --  Dos evitan que derriben al Capitán y los otros dos intentan derribar al capitán del equipo contrario ¿es eso?
-         Exacto
-         ¿Y por qué es tan importante derribar al pobre individuo?
-         Porque es el único que puede coger el Medalje.
-         Y eso es…
-         Es un Pentagrama de plata con un zafiro en el centro  --  explicó el chico  --  al atraparlo termina la carrera.
-         ¿Qué es un pentagrama, y por qué el Capitán es el único que puede cogerlo?
-         Una estrella de cinco puntas  --   informó Gail  --  y solo puede cogerla él, porque los demás usualmente no la ven. Verás, para llegar a ser Canllaw, hay que tener una visión y una velocidad, extraordinarias porque el Medalje¸ no es muy grande pero sí muy veloz.
-         ¿Quieres decir que hay que perseguirlo?
-         No, pero aparece y desaparece a una velocidad endemoniada. La única ventaja, es que lo hace en un área limitada, es decir, aparece solo sobre la línea de meta, nunca en ningún otro lugar de la pista. De modo que al acercarse a la línea de meta, el Canllaw, debe tener los ojos bien abiertos e intentar mantenerse sobre su Glide.
Danny pensaba que aquello parecía bastante complicado. No se imaginaba “volando” sobre aquel pequeño pedazo de metal, intentando no ser derribado de él, y en el caso del capitán con la responsabilidad de atrapar un objeto difícil de ver.
-         ¡Ah!  --  dijo Gail  --  y no hay que preocuparse por el Medalje, en las diez primeras vueltas, nunca aparece antes de eso.
Genial, pensó el chico, encima de todo había que sobrevolar aquel circuito con un sinfín de obstáculos, diez veces antes de tener oportunidad de finalizar aquello.
Mientras Gail le daba todas estas explicaciones a Danny, Samantha con ayuda de Eve, destapaba sus propios obsequios. Había unas cuantas muñecas muy hermosas, y varios libros, de cuentos. Sonrió feliz ante los libros, ya que ninguno era conocido por ella. Por último reparó en una caja pequeña y cuando la abrió se encontró con un colgante. La cadena era de oro y el dije era ovalado, de oro también, pero con incrustaciones de algo que parecían piedras diminutas, que brillaban mucho.
-         Espero sea de tu agrado  --  dijo Iván
-         Está precioso Iván, gracias  --  dijo ella  --  ¿Por qué brilla de esta forma?
-         Es polvo de diamante de las minas de Diemwnt  --  contestó él  --  de allí es de donde proceden los diamantes más hermosos.
La niña volvió a agradecer emocionada.

Los días siguientes, los pasaron divididos entre ocasionales conversaciones donde eran informados sobre los usos y costumbres de su raza, y mientras los chicos jugaban con sus obsequios, Samantha se sentaba en el estudio en compañía de Iván, Vlad, Eve o sola, a leer sus libros.
Unos días después de año nuevo, Eve estaba revisando unos papeles. Vlad e Iván jugaban una partida de ajedrez y Sam leía, cuando escucharon un estrépito. Todos dejaron lo que hacía y corrieron. Cuando llegaron al vestíbulo de entrada, vieron a Gail tirado en el piso con los restos de lo que fuera un jarrón sobre su rubia cabeza, y a Danny partiéndose de risa.
-         ¿Y bien?  --  preguntó Iván
-         Un pequeño accidente, papá  --  dijo Gail
-         Eso puedo verlo por mí mismo, Gail.
-         ¿Esto tuvo algo que ver?  --  preguntó Vlad recogiendo la Glide del piso
-         Bueno…  --  comenzó el chico
-         ¿Has perdido el juicio, Gail?  --  preguntó Eve  --  ya es bastante peligrosa esa “cosa” a campo abierto, como para que también intentes utilizarla dentro de la casa.
-         Solo intentaba enseñarle a Danny como se utiliza  --  contestó él
-         ¿Dentro de la casa?
-         Está nevando, tía  --  se defendió el chico
-         A ver  --  dijo Iván acercándose a su hijo  --  ¿Estás herido?
-         No, lo creo  --  contestó él frotándose la cabeza  --  solo fue un golpe
Después de aquello, todos volvieron a lo que hacían antes de la conmoción, menos Sam se que acercó a Danny.
-         Espero que no estés pensando en subirte a “eso”  --  le dijo
-         Descuida  --  le contestó Danny aún riendo  --  prefiero los deportes que se practican con los pies sobre la tierra.
-         Eso no es divertido  --  dijo Gail
-         Pero al menos no corren el riesgo de perder estúpidamente la cabeza  --  dijo Sam
-         Vamos Sam  --  replicó Gail  --  no has visto una carrera de Vliegend, cuando la veas y te des cuenta del talento que se necesita, y lo emocionante que es, cambiarás de opinión. te aseguro que es mucho más divertido que tener la nariz metida en los libros.
-         Talento que desde luego tú no posees  --  dijo ella malignamente, por burlarse de su gusto por la lectura.
Los días siguientes se sucedieron sin mayores sobresaltos. Gail parecía haber decidido, que era mejor esperar a llegar al Colegio, y contar con el espacio adecuado para practicar su discutible habilidad sobre la Glide.
Iván y Vlad, desaparecieron durante una semana. Cuando Sam le preguntó a Eve, solo recibió la ambigua respuesta de que estaban trabajando. Samantha los echaba mucho de menos, y había adquirido la costumbre, a raíz de su partida, de sentarse en el estudio a leer hasta muy tarde, con la esperanza de verlos regresar.
A la octava noche, estaba como siempre leyendo, y de forma inconsciente se llevó la mano al dije del colgante que le había dado Iván, y comenzó a frotarlo entre los dedos pero unos segundos después ahogó un grito de espanto. “Algo” estaba saliendo del dije. Era una especie de niebla, de la que luego, otro “algo” comenzó a materializarse.
Samantha tuvo la intención de gritar, pero la voz parecía congelada en su garganta.  No supo cuánto tiempo transcurrió, hasta que aquello tomó una forma humana. Según lo que podía ver, y si sus ojos no la engañaban, era un niño de una edad aproximada a la suya. Él miró a su alrededor, y luego a ella.
-         ¿Luzco bien?  --  le preguntó
Aquella pregunta, en opinión de Samantha, era del todo absurda y fuera de lugar. Sin embargo, detalló al extraño personaje. Llegó a la conclusión de que era un chico de su misma edad, y a decir verdad, bastante parecido a ella. Tenía el cabello negro, y los ojos del mismo color. Se armó de valor, y extrajo su voz del lugar a donde había ido a esconderse.
-         ¿Quién eres?  --  preguntó
-         Pues si no quieres darme un nombre  -- dijo el “niño”  --  puedes llamarme Akil
-         Bien, Akil  --   dijo la niña  --  espero que no me consideres grosera, pero…  --  vaciló un momento  --  ¿”Qué” eres?
El niño sonrió de forma encantadora, antes de contestar, aunque la miró con cierta duda.
-         Realmente no lo sabes  --  dijo
-         No  --  contestó ella, aunque no había sido una pregunta
-         Soy un Djinn  --  dijo él
Esta información no resultó muy útil a Samantha.
-         Disculpa  --  le dijo  --  pero eso es exactamente qué cosa.
-         No eres muy brillante ¿verdad?
Aquello no le gustó nada a la niña, porque a decir verdad, se consideraba bastante inteligente. Pero antes de responder de manera desagradable, pensó un poco. Aquel Djinn, fuera lo que fuese eso, había aparecido después que ella frotó el dije. A su mente acudieron rápidamente, los recuerdos de muchas historias.
-         ¿Un genio?  --  preguntó con precaución y temiendo que el Djinn se burlase nuevamente de ella.
-         En algunos lugares nos llaman así, sí  --  dijo él
-         ¿Eso qué significa? ¿Eres o no eres un genio?  -- insistió ella
-         Depende de lo que creas que es un genio  --  dijo él
-         ¿Me concederás tres deseos?
Akil rió antes de contestar.
-         No  --  le dijo
-         ¿Y entonces?
-         Hay distintas clases Djinn  --  le dijo  --  hay algunos que pueden conceder deseos, pero hay otros, como yo, que solo estamos obligados a servir a aquel que nos saca de nuestra prisión.
-         ¿Por cuánto tiempo?  --  preguntó la niña
-         Tiempo indefinido o hasta que decidan liberarnos  --  dijo él con tristeza
A Samantha le dio pena la cara del Djinn, cuando dijo aquello, y decidió que ella no necesitaba un sirviente.
-         Bueno  --  le dijo  --  yo no te necesito así es que te…
-         ¡No!  --  gritó el Djinn  --  Por favor, no lo hagas
-         ¿Por qué?  --  preguntó ella extrañada  --  ¿No quieres tu libertad?
-         Verás  --  dijo con más calma  --  el hechicero que me convirtió en Djinn, dispuso que si era liberado, desaparecería.
Sam se llevó las manos a la boca horrorizada.
-         Prometo no molestarte  --  dijo el Djinn  --  y puedo ser muy útil. Puedo crear comida, bebida  --  y mientras hablaba iba apareciendo lo que mencionaba  --  puedo llevar mensajes a donde me lo pidas…
-         De acuerdo, de acuerdo  --  dijo ella  --  no te liberaré.
-         Gracias  --  dijo él  --  ahora si no me necesitas, volveré al dije.
-         ¿Y si te necesito alguna vez?  --  pregunto ella  --  ¿Debo frotar el dije?
-         No, ya no es necesario  --  le explicó  --  una vez que alguien lo ha abierto, en las sucesivas oportunidades, solo basta con que pronuncies mi nombre. ¿Puedo irme ya?
-         Sí, claro  --  le contestó, aunque no veía cuál podía ser la urgencia de él por regresar a su prisión.
Después de aquel extraño suceso, Sam se quedó dormida en el mueble y no se enteró de la llegada de Iván y Vlad, que originalmente era la razón de que estuviese allí. Iván la tomó en brazos y la subió a su habitación, la cubrió con las mantas, y salió.
-         Se parece mucho a ella ¿verdad?  --  dijo Vlad
-         Sí, sabes que así es  --  le contestó  --  pero no es ella  --  finalizó con tristeza.


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